Juanín, el hombre de la unidad
noviembre/diciembre de 2006 - El Sindicato
Francisco Prado Alberdi
Desde el día en que la Fundación se
planteó la preparación del aniversario
del fallecimiento de Juan Muñiz Zapico
hay un recuerdo que no se borra de
mi mente: el momento en que recibo la
llamada de teléfono de Gerardo Iglesias
para decirme que Juanín acaba de
morir en un accidente de automóvil. En
medio de la confusión mental que la
noticia me provocó recordé comó nos
habíamos deseado suerte cuando coincidimos
en el examen para sacar el
carné de conducir y la alegría que compartimos
al aprobarlo.
A la mañana siguiente se celebraba
una reunión urgente del Secretariado
de CC.OO. de Asturias, a la que yo
tuve dificultades para asistir puesto
que hacía unos pocos meses que había
sido readmitido en Ensidesa-Gijón
después de casi cuatro años de despido.
Aquella sería la primera de una serie
de reuniones para tratar de organizar
un entierro que preveíamos multitudinario.
Pero la realidad superó con creces
todas las previsiones, y los reportajes
gráficos de la época dan fe de ello.
Pero ¿quién era aquel hombre que
congregaba a miles de personas entorno
a su féretro y que suscitaba el elogio
casi unánime de la prensa asturiana?
Un año antes, al regresar a Asturias
después de su puesta en libertad, la
situación había sido muy diferente: las
concentraciones para recibirlo en Mieres
y Gijón habían sido disueltas de
forma brutal por la policía. Lo mismo
ocurriría meses después en un mitin en
el campo de fútbol de El Entrego, en el
cual los miembros del Secretariado
Regional de las Comisiones Obreras de
Asturias pretendíamos presentarnos
públicamente (de hecho la propaganda
se hizo con un cartel en la que figuraban
las fotografías y los nombres y
apellidos de todos nosotros).
Aquel año de 1976 todos nuestros
esfuerzos tenían como objetivo la conquista
de una democracia sin limitaciones.
Para conseguirlo había que desbaratar
la estrategia de quienes pretendían
hacer solamente los cambios indispensables
que permitieran una cierta
homologación internacional del nuevo
sistema político español. Aquel intento
de "cambiarlo todo para que nada cambie"
pasaba por el debilitamiento y la
m a rginación de unas Comisiones
Obreras poco "acomodaticias" y hegemónicas
entre los trabajadores.
En Asturias las huelgas y movilizaciones
eran constantes y se extendían a
empresas, sectores y comarcas con
escasa tradición de lucha. En casi todos
los anteproyectos de convenio y plataformas
reivindicativas se exigía la
readmisión de los despedidos, la
amnistía y la libertad sindical.
En la vanguardia de toda esta efervescencia
estaban hombres y mujeres
de las Comisiones, pero necesitábamos
transformar lo que hasta aquel
momento había sido un "movimiento
sociopolítico organizado" en un proyecto
sindical autónomo estructurado
(por aquel entonces comenzaban a
"resucitar" centrales sindicales que, a
pesar de haber tenido una escasísima
presencia durante la dictadura, contaban
con importantes apoyos internac
ionales).
A todo esto contribuyó de forma
muy importante Juan Muñiz Zapico.
La proyección pública que le daba
haber sido "el asturiano del 1001", su
carácter reflexivo, el talante conciliador
y la formación teórica que había
adquirido en la cárcel (una especie de
"universidad" para los trabajadores)
nos ayudó a abrir puertas que hasta
entonces teníamos cerradas: los
medios de comunicación le entrevistaban,
se le reclamaba para dar charlas
en la Universidad... Así, poco a poco,
fue haciéndose una persona conocida y
respetada entre los trabajadores pero
también en ambientes que acabaron de
comprender que era imposible construir
un futuro para todos sin las Comisiones
Obreras.
Desde mi punto de vista, fue especialmente
relevante el papel que, con
Gerardo Iglesias, jugó en la Coordinación
Democrática, así como su contribución
a la cohesión interna de las
diferentes tendencias ideológicas que
convivían en CC.OO., ya que (independientemente
de su militancia en el
PCE) tenía muy claro que un sindicato
de masas sólo se podía construir
sobre la autonomía política y con respeto
a la pluralidad interna.
El accidente de automóvil del día 2
de enero de 1977 acabó con la vida de
una gran persona, pero también truncó
lo que sin ninguna duda hubiera sido
una importante contribución a la
naciente Confederación Sindical de
Comisiones Obreras, de cuya Secretaría
de Formación estaba previsto que
se hiciera cargo unos días después.
La Fundación Juan Muñiz Zapico,
con los actos y actividades programadas
para el próximo año, pretende trasladar
a la sociedad asturiana, a través
del recuerdo de la vida de Juanín, los
valores que impregnaron la lucha por
las libertades, así como el recuerdo de
que la transición democrática no fue un
proceso dirigido desde arriba, como
hoy se nos quiere hacer creer, sino forzado
desde abajo. La democracia no
fue donada, sino conquistada y en esa
conquista los trabajadores y las Comisiones
Obreras jugaron un papel fundamental.
Francisco Prado Alberdi es presidente de la Fundación Juan Muñiz Zapico