Crónicas mineras
 
Víctor Montoya

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Víctor Montoya
Víctor Montoya. Foto: Baristo Lorenzo, 2006
César Lora, caudillo y mártir obrero
Crónica de un desaparecido
Luchador obrero en la portada de un libro
El hombre y el militante
Las virtudes secretas de un militante obrero
El Tío de la mina
Llallagua, una población minera en los Andes
La masacre minera de San Juan
Domitila, una mujer de las minas
Apología de los mineros
Réquiem para los caídos en la masacre minera de Milluni
En las montañas de Llallagua
Masacre minera en la pampa María Barzola

Semblanza del autor

Escritor, periodista cultural y pedagogo. Nació en La Paz (Bolivia), el 21 de junio de 1958. Su nacimiento, según la cosmovisión aymara, se produjo el mismo día en que se celebra el Intiwatana (inicio del Año Nuevo andino) y el Inti Wilka Kuti (retorno del dios Sol). Vivió en los distritos mineros de Siglo XX y Llallagua, situados al norte de Potosí, donde conoció el sufrimiento humano y compartió la lucha de los trabajadores del subsuelo, cuyas grandezas y tragedias, profundamente ligadas al realismo mágico y mítico de las culturas ancestrales, se reflejan con destreza narrativa y compromiso social en una de las facetas más vitales de su obra literaria.

EL TÍO DE LA MINA
Víctor Montoya
Fue testigo de la masacre de San Juan en 1967 y dirigente estudiantil hasta mediados de 1976, año en que la dictadura militar de Hugo Banzer Suárez, que asaltó el poder en agosto de 1971, lo persiguió por sus actividades políticas. Permaneció clandestino en el interior de la mina y en una casa de seguridad en Oruro, donde cayó a merced de las fuerzas represivas junto a un grupo de dirigentes mineros. Estuvo preso en el Panóptico Nacional de San Pedro y en el campo de concentración de Viacha-Chonchocoro. Durante su cautiverio, burlando la vigilancia de los guardianes, escribió su libro de testimonio Huelga y represión, cuyas páginas se filtraron por los sistemas de control gracias a la valiente y decidida cooperación de su madre, quien lo visitaba en la cárcel cada vez que las autoridades de gobierno se lo permitían.

En 1977, luego de una campaña de Amnistía Internacional, que reclamó por su libertad y lo adoptó como a uno de sus presos de conciencia, fue sacado de la prisión por un piquete de agentes y conducido directamente al aeropuerto de El Alto, desde donde llegó exiliado a Suecia, como la mayoría de los refugiados políticos latinoamericanos que fueron expulsados de sus países tras el advenimiento de las dictaduras militares.

En Estocolmo, donde fijó su residencia, trabajó en una biblioteca municipal coordinando proyectos culturales, impartió lecciones de idioma quechua y dirigió Talleres de Literatura Infantil, cuyo producto culminó en la publicación del libro de texto Cuentos de jóvenes y niños latinoamericanos en Suecia (1985). Cursó estudios de pedagogía en el Instituto Superior de Profesores y ejerció la docencia durante varios años.

En su extensa obra, que abarca el género de la novela, el cuento, el ensayo y la crónica periodística, destacan: Huelga y represión (1979), Días y noches de angustia (1982), Cuentos violentos (1991), El laberinto del pecado (1993), El eco de la conciencia (1994), Antología del cuento latinoamericano en Suecia (1995), Palabra encendida (1996), El niño en el cuento boliviano (1999), Cuentos de la mina (2000), Entre tumbas y pesadillas (2002), Fugas y socavones (2002), Literatura infantil: Lenguaje y fantasía (2003), Poesía boliviana en Suecia (2005) y Cuentos en el exilio (2006).

Entrevista al escritor Víctor Montoya
Dirección, cámara y realización: Yarko Rhea Salazar
Fundó y dirigió las revistas literarias PuertAbierta y Contraluz. Es miembro de la Sociedad de Escritores Suecos y del PEN-Club Internacional. Su obra mereció premios y becas literarias. Tiene cuentos traducidos y publicados en antologías internacionales. Escribe en publicaciones de América Latina, Europa y Estados Unidos. Está considerado por la crítica especializada como uno de los mejores narradores latinoamericanos en Suecia y como uno de los principales impulsores de la moderna literatura boliviana.

En el verano de 2006, y en el marco de la Semana Negra de Gijón, fue reeditado su libro Cuentos de la mina, como el primer volumen de la colección Las Voces de la Tierra de Editora del Norte, con prólogo de Benigno Delmiro Coto y el auspicio de la Fundación Juan Muñiz Zapico, Federación Minerometalúrgica de CC.OO. de Asturias y Fundación Horacio Fernández Inguanzo. Los cuentos del libro, tanto por su valor ético como estético, sitúan a este narrador boliviano entre uno de los mejores exponentes de la literatura de ambiente minero; una realidad que conoce bien y con la cual se siente identificado, no en vano, en la dedicatoria de este libro de cuentos, revela su admiración por los mineros con palabras efusivas: "Ellos son los fantasmas que habitan mis sueños, los héroes que guían mis ideales y los maestros que estimulan mi fantasía; a ellos les debo mi eterno agradecimiento y a ellos les dedico estos cuentos con sabor a copagira".

 
 
 
Con la colaboración de la Fundación Juan Muñiz Zapico