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Diario de una abuela brigadista en Iraq   
» Presentación del diario de una brigadista en Iraq
18 de marzo de 2004, La Voz de Asturias
» El color ocre, J. Bielsa (otros escritos: Al otro lado del río Gambia)

 

La autora del “Diario de una abuela brigadista en Iraq”, editado por la Fundación “Juan Muñiz Zapico” de CC.OO. de Asturias, asegura en esta entrevista que no le hubiera importado morir en Bagdad

TERESA TUÑÓN: “FUI A CORRER LA MISMA SUERTE QUE LOS IRAQUÍES”
El Sindicato, abril de 2004

Acudió a Bagdad para "estar al lado del pueblo iraquí", invadido "injustamente y contra todo derecho por cuestiones económicas y geopolíticas". La asturiana Teresa Tuñón pasó en Iraq desde los días previos al inicio de los bombardeos estadounienses sobre la capital iraquí hasta la posterior invasión del país. La Fundación "Juan Muñiz Zapico" de CC.OO. de Asturias, acaba de publicar el "Diario de una abuela brigadista en Iraq", en el que se recoge su dramática experiencia, frente a la barbarie, la infamia, el dolor y la impotencia

–¿Qué te llevó a tomar una decisión tan arriesgada como la de acudir a Iraq como brigadista?
Estar al lado del pueblo iraquí que, llevando doce años con un tremendo embargo y bombardeado de forma continuada , iba a ser invadido injustamente y contra todo derecho por cuestiones económicas y geopolíticas.

–¿Cómo os recibió el pueblo iraquí teniendo en cuenta que el presidente del Gobierno español había embarcado a nuestro país en una guerra ilegal contra ellos, de la mano de Bush y Blair?
El pueblo iraquí es culto y digno. Diferenciaba claramente entre el gobierno de Aznar, a las órdenes y servicio de Bush and Blair, y los ciudadanos españoles. Preguntaban qué habían hecho ellos a España para ser atacados por su gobierno.

–Uno de los relatos más impresionantes que recoges en el diario es el de la visita a un hospital, durante la cual pudísteis comprobar los efectos del uranio empobrecido que se usó durante la primera guerra del Golfo contra la población civil. Aparte de cruel e inhumano, ¿no es eso una manera de alimentar el odio entre quienes lo han sufrido?
Cierto. Tanto el uranio empobrecido como el embargo son motivos para generar el odio de un pueblo. El embargo llegó a impedir el envío de una partida de lapiceros y de antibióticos por considerar que, con sus elementos, podrían fabricarse armas químicas

–"A las cinco y media de la mañana nos despierta el primer pepinazo", escribes el 20 de marzo. ¿Cómo viviste esos momentos en que, tal como reflejas en el diario, "contra toda lógica y cordura, empieza la barbarie"?
Con total incredulidad. El ruido intenso del primer impacto continuaré, mientras viva, sintiéndolo en mi interior como constancia de los horrores que pueden llegar a perpetrar algunos seres, mal llamados, humanos.

–¿Temiste durante los bombardeos de aquellos días no sobrevivir para contarlo?
Nunca tuve miedo. Fui a Iraq a correr la misma suerte que los iraquíes. No me hubiera importado morir.

–"No es una guerra", reflejas el viernes 28 en el diario. "No es una batalla de un ejército contra otro. Es lanzar misiles y bombas, armas de destrucción masiva contra la población civil. Es una masacre, un genocidio". ¿Es facil dominar la ira en situaciones así?
No. No es fácil. Llegas a mirar con odio a los invasores, chavalinos jóvenes, la mayoría negros o chicanos, armados hasta los dientes que, seguramente, no saben la razón de su estancia en ese país, ni el porqué matan o porqué mueren.

–Estabas en Bagdad el día que los soldados estadounidenses asesinaron al cámara de Tele 5, José Couso. ¿Era un testigo incómodo?
Sí. Tanto Couso como otros muchos periodistas que se quedaron en Iraq, desoyendo las recomendaciones de los responsables de sus periódicos o emisoras, eran y siguen siendo testigos incómodos para la Trinidad de las Azores.

–Miércoles, 9 de abril: "El de la agencia EFE volvió a montarse una película". ¿Qué papel jugó la prensa española durante la invasión de Iraq?
Salvo contadas excepciones, como la agencia EFE o TVE, la prensa española fue objetiva. Fran Sevilla, Josemi, Mónica Prieto, Perejil, José Couso, Jon Sistiaga, María Antonia, Alberto Sotillos, Carlos Hernando, Tomás, Josefa, Joseán, Joserra y otros, nos veíamos con frecuencia y algunos se alojaban en el Hotel Cedar, donde estábamos los brigadistas. Sabíamos de sus crónicas y, a su vez, ellos nos informaban del exterior.

–El 12 de abril salísteis de Iraq camino de Jordania. ¿Qué recuerdas haber dejado atrás?
Dejé atrás la muerte de seres inocentes, el desorden, la anarquía, la destrucción y la invasión ilegal e injusta de un país, decidida por Bush, Blair y Aznar, esgrimiendo unos motivos que, muchos sabíamos, y ahora se demuestra, eran falsos.

–El diario termina con unas palabras que vienen a resumir tu sentimiento en esos momentos: "Me indigno con las mentiras y declaraciones de Aznar. Nosotros, los brigadistas, somos testigos de la invasión de un país, violando todos los derechos. Somos testigos de crímenes contra niños que jugaban al fútbol, contra mujeres que hacían la compra, contra montones de seres inocentes cuya única culpa es haber nacido en un país que atesora una riqueza, el petróleo". ¿Añadirías algo ahora con la perspectiva del tiempo y teniendo en cuenta lo que ha sucedido en los últimos meses?
Añadiría que cesase la violencia. Recurrir a ella sólo engendra más violencia. Ahora un nuevo Eje del Mal compuesto por Bush, Blair y Aznar nos lleva a ser víctimas de sus alianzas y

"Los horrores del
atentado de Madrid
los viví, multiplicados,
durante las semanas
que pasé en Bagdad
bajo las bombas"

compromisos personales. Ningún argumento puede justificar la invasión de un país arrasándolo por completo. Ningún argumento puede justificar el terrorismo. Los horrores del atentado de Madrid los viví, multiplicados, durante las semanas que pasé en Bagdad bajo las bombas. Las mismas atrocidades, de las que fui testigo, y que los iraquíes pedían se contasen al mundo.
El apoyo y la colaboración de Aznar en la invasión de Iraq, el envío y la permanencia de tropas y espías en ese país trajo la consecuencia de los atentados en Madrid, de las perturbaciones en las líneas férreas y en Leganés, de la muerte, mutilación y dolor de personas inocentes, tan inocentes como los iraquíes, los afganos, los palestinos y todos los pueblos que igualmente sufren el terrorismo de estado, propiciado por gobiernos imperialistas, camuflado en uniformes y con la complicidad del silencio de muchos.