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Sangro, lucho, pervivo
La Nueva España, 2 de noviembre de 2004

Con un emocionado homenaje a los presos y represaliados políticos fue clausurada la exposición «Sueños de libertad» en la Casa Duró de Mieres

Laudelino VÁZQUEZ

Para la libertad no alcanzan las palabras; por eso, Herminia González, secretaria de la mujer de Comisiones Obreras de Asturias, no quería dejarse enredar por ellas cuando presentaba a los directivos de la Asociación de Ex Presos y Represaliados Políticos, al iniciar el acto de clausura de la exposición «Sueños de libertad», el pasado viernes, en la Casa Duró de Mieres.

Para ellos, Francisco Pardo, presidente de la Fundación Juanín Zapico, sentado en la misma mesa, reclamó la memoria verdadera, y Alberto Rubio, máximo responsable de CC OO en Asturias, lo refrendó con un poco más de poesía: «Que no maten dos veces a los muertos y una a los que ahora viven». Las fotos desde las paredes devolvían las imágenes de las cárceles de Oviedo, Guadalajara o Segovia. Imágenes de domingo, cuando dejaban entrar a los hijos de visita y entonces se acicalaban y procuraban sonreír, para olvidar la vida sin vivir que llevaban dentro.

Gerardo Díaz, que a veces era Eusebio, y al que le cayeron doce años por asistir al VI Congreso del partido en Praga, aún hoy cierra tras sí todas las puertas, por si acaso, y Manuel García, «Otones», autor del libro «Lucha y libertad», pasea siempre atado a la costumbre que le obligaba a moverse tres pasos adelante, dos a los lados, para no «barrenar» dentro de las celdas minúsculas e inmundas.

Hablan sin ira, ni rencor alguno. Reconciliados consigo mismos y con el mundo, sólo se les altera el ánimo cuando alguien menta a José Bono y sus ocurrencias de reconciliación folclórica. «Nosotros ya estamos reconciliados», explica Gervasio Puerta, presidente de la asociación, «ahora lo que queremos es que nos paguen las miserias que prometieron a las 8.000 personas que tienen más de 65 años y aún no cobraron». Marcos Ana, a quien ya nadie llama Fernando, prefiere seguir luchando desde su poesía, a caballo de Hernández y Lorca, tan cargada de emoción que logró poner todos los pulsos en hora, como si fueran las doce de la noche de una lejana Nochevieja en la cárcel.

Recibidos por la mañana en el Ayuntamiento por el alcalde, García, y la mayoría de concejales, ahora sólo están presentes Luis Payo y Beatriz González,que van de uno a otro entre estos comunistas de verdad, «de los de antes», que no reclaman nada para sí excepto la memoria, que aún sufren, como Matías Estébanez,«con las luchas personalistas de la izquierda»,y no olvidan nunca que resistieron dentro porque afuera había gente esperando. Fernanda Gómez,su mujer, doce años de espera para poder casarse, sobrevivió haciendo lencería «hasta para la hija de Franco, que la gastaba de seda».

Benjamín Gutiérrez,director de la Fundación Zapico, procuraba poner la mejor cara ante la falta de ejemplares del libro conmemorativo de la exposición, y Felipa del Río, que no se pierde una, sonreía a todos con su bonhomía. Alfonso de la Rosa representaba a CC OO del Caudal, mientras el artista Ánxel Navas prometía recuperar al «bardu» todas las veces que fuera necesario. La memoria prodigiosa de José María Laso situaba escenas y hechos en el tiempo, mientras la noche temprana se consumía tranquila, con el respeto que impone la presencia de hombres que padecieron más de cien años de cárcel por sus ideas. Tiempos inimaginables hoy en día que el «Sueño de libertad» se ha realizado. Tiempos en los que se llegó a fusilar al perro de un pueblo que sólo ladraba cuando llegaba «La Fuerza», como recordó Laudelino Suárez.

Tiempos que parieron hombres sentimentales y buenos, decididos, dispuestos a darlo todo por sus ideas y por las ideas de los otros. Hombres que hicieron realidad los versos del poeta: «Para la libertad, sangro, lucho, pervivo...».

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