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La libertad, vista desde la celda
La Nueva España, 6 de octubre de 2004

La Casa de Cultura de Riaño acoge una muestra sobre la vida en las cárceles durante el régimen de Franco

Langreo, L. M. D.

«Lo que nos mantenía unidos era la solidaridad que existía entre nosotros, y también nuestras familias, que nos ayudaban desde fuera, trayéndonos comida, porque lo que nos daban era auténtica bazofia». Así habla el presidente de la Asociación de Ex Presos y Represaliados Políticos Antifranquistas de Asturias, Manuel García, de los 12 largos años que permaneció entre rejas en tres etapas distintas. Todos estos recuerdos le llegan a la cabeza al inaugurarse en la Casa de Cultura «Federico García Lorca» de Riaño la exposición «Sueño de libertad», una serie de fotografías, textos y poemas en los que puede comprobarse cómo era su vida dentro de los penales entre los años cuarenta y setenta.

La exposición, que ya ha pasado por Madrid, Málaga, Alcalá de Henares y Segovia, podrá visitarse hasta el próximo día 15 de este mes, para posteriormente ser trasladada al centro de arte moderno Casa Duró de Mieres, donde permanecerá hasta que finalice el mes.

Benjamín Gutiérrez, director de la Fundación Juan Muñiz Zapico, que ha colaborado para que la exposición llegue a Asturias, considera que uno de los máximos objetivos de «Sueño de libertad» es que los jóvenes «descubran un mundo que puede resultarles ajeno y lejano, pero que fue muy real». Gutiérrez cree que, de esta forma, las nuevas generaciones «conocerán lo mucho que sus abuelos lucharon para conseguir la libertad política, tanto desde dentro de las cárceles como desde fuera».

Según Manuel García, al que casi todo el mundo, «menos el DNI», llama «Otones», en algunas de las fotos puede parecer que los prisioneros son «personas felices, porque salen sonriendo», pero esto dista bastante de la realidad. Lo que sucedía es que «sólo podían hacerse fotos en domingo, que era el día en el que se permitían visitas». De esta forma, muchos de los presos políticos aparecen «con sus hijos, su mujer o su familia, a los que hacía un tiempo que no veían». Tal y como apunta Benjamín Gutiérrez, este apoyo brindado por la familia resultó «clave» para la supervivencia dentro de algunas prisiones, como las de Burgos, Segovia, Ocaña o Puerto de Santamaría, donde se encerró a la mayor parte de los represaliados políticos. «Dentro de tarteras con doble fondo -relata Gutiérrez- las familias proporcionaban todo tipo de materiales», desde alimentos a comunicados de los dirigentes de los partidos comunista y socialista en el exilio. De hecho, las revistas obreras clandestinas que salieron a la calle durante los años cincuenta y sesenta eran, según Benjamín Gutiérrez, «redactadas en gran parte desde el interior de los penales», siendo la mayoría de las veces los escritos sacados siguiendo el método del doble fondo.

«Sueño de libertad» también recoge imágenes de las dos prisiones donde había mujeres encarceladas a causa de su militancia política, las de Alcalá y Segovia. Además de por la ayuda exterior, para hacer la vida «algo más cómoda y soportable» dentro de prisión los represaliados se organizaban «en comunas». Manuel García, «Otones», recuerda cómo cuando uno de sus compañeros recibía dinero «lo donaba a la sociedad que estábamos organizando». De esta forma, a base de pequeñas aportaciones y de negociaciones con los guardas y con otros presos «podíamos conseguir algo más de comida, incluso papel y lápiz, algo básico para la vida». Dentro de estas comunas, de las que acabaron participando no sólo los encarcelados por motivos políticos, también se organizaron «pequeñas aulas», donde las personas más versadas, como maestros o catedráticos, «incluso poetas, como Marcos Ana», instruían a sus compañeros analfabetos, que de esta forma conseguían aprender a leer y escribir.

«Nuestro sueño de libertad era opinar lo que quisiéramos», concluye Otones. «Y con esta exposición esperamos que éste se dignifique», concluye.

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