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ACTOS PRESENTACIÓN
MARTES 10 DE MARZO DE 2009 19:30 - Ateneo Obrero de Gijón Intervienen: Francisco Prado laberdi (Presidente Fundación Juan Muñiz Zapico), Justo Vilabrille Linares (Concejal de Educación y Cultura del Ayuntamiento de Gijón), Rubén Vega (Profesor Historia Contemporánea Universidad de Oviedo) y Carlos Gordon (autor de la obra). Acto organizado en colaboración con el Ateneo Obrero de Gijón VIERNES 13 DE MARZO DE 2009 18:30 - Casa de Cultura de Candás Intervienen: Francisco Prado laberdi (Presidente Fundación Juan Muñiz Zapico), Paulino García Suárez (Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Carreño), Gabriel Santullano (autor de «Prensa Clandestina en Asturias») y Carlos Gordon (autor de la obra). Acto organizado en colaboración con la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Carreño |
Con el patrocinio de la Consejería de Cultura y Turismo y la Obra Social y Cultural de Cajastur |
16/03/2010 - La Nueva España
La prensa socialista
marzo/abril 2009 - El Sindincato
La prensa sindical y política de la Transición supuso un auténtico y apasionado periodismo sin censura
29/03/2009 - Les Noticies
La prensa política de la Transición, un espaciu onde se fraguó la sociedá actual
23/03/2009 - La Nueva España
La prensa clandestina
17/03/2009 - La Voz de Asturias
El papel del papel
11/03/2009 - La Voz de Asturias
Política de papel
11/03/2009 - La Nueva España
Gordon: «La prensa política y sindical tuvo su mayor error en el doctrinarismo»
11/03/2009 - El Comercio
Carlos Gordon presenta 'La prensa sindical y política', un libro que habla de la Transición
10/03/2009 - Les Noticies
Carlos Gordon: «Les opciones más moderaes son les que salieron triunfantes»
En 1976 tuvo lugar el episodio seguramente más pintoresco de la discontinua trayectoria de las publicaciones en esta época: la aparición de un «Avance» propiciado por el PSP
José Ignacio Gracia Noriega
Sobre la prensa socialista en Asturias he dado algunas noticias dispersas en anteriores artículos de esta serie. Sobre este aspecto de la oposición antifranquista existen dos libros muy notables, el completísimo «La prensa clandestina en Asturias», de Gabriel Santullano, compuesto con la precisión, el rigor y el conocimiento que son habituales en su autor (capaz de demorarse una semana a la busca de un dato en apariencia insignificante, de parecida manera a Flaubert, que podía estar dos o tres días buscando el adjetivo preciso) y «La prensa sindical y política asturiana en la transición» (1975-1982)», de Carlos Gordon, publicado por la Fundación Juan Muñiz Zapico y KRK. No obstante, el material es muy extenso y en ocasiones poco conocido, totalmente desconocido o inencontrable. Por ejemplo, los panfletos que componía Jesús Zapico en su piso de la calle Fernando Vela de Oviedo con una vieja máquina de escribir y papel carbón. Metía cinco o seis folios en la máquina y se ponía a largar contra el régimen y en favor del socialismo y de la libertad cuanto se le antojaba. Naturalmente, los dos o tres últimos folios resultaban ilegibles, y el último ilegible del todo. Luego Jesús cosía las copias con una grapa y las distribuía o las dejaba en los mostradores de los bares, sin que le importara poco ni mucho la vecindad del cuartel de la Guardia Civil.
¿Cuántos panfletos de cuatro o cinco folios habrá escrito Jesús Zapico en los años a caballo entre los estertores del viejo régimen y los vagidos del nuevo? Ni él se acuerda. En aquellos panfletos, por llamarlos de algún modo, no sólo había doctrina, sino noticias de cómo iban las cosas, de manera especial por la cuenca del Nalón, por lo que, aunque de manera muy primaria, podemos considerarlos como unos sustitutos de la prensa libre. Así se estuvo expresando Zapico hasta que la política fue a buscarle a su casa; él se encerró y encastilló dentro de ella amenazando con prender fuego a los colchones y exigiendo como condición indispensable para entregarse que fuera a buscarle el juez en persona. Cuando al fin el juez estuvo a la puerta de su casa, Zapico le dijo, entregándole la máquina de escribir:
-Ya que se trata del cuerpo del delito, la máquina debe custodiarla el señor juez.
Y sin más trámites, salió Zapico en dirección a la Comisaría, escoltado por dos policías vestidos de paisano y el juez detrás, llevando la máquina de escribir.
Sobre la prensa clandestina debiera escribir el artículo definitivo, porque será «científico», mi querido y viejo amigo Girón Garrote; aunque de lo que verdaderamente sabe Girón es de lo que nosotros llamábamos el «Avance del PSP», asunto en el que no sale muy bien parado.
A comienzos del otoño de 1976 empezaron a llegar a Asturias sin disimulos diferentes personalidades socialistas que regresaban del exilio, bien para quedarse, bien en simples viajes de observación. Tengo anotado que el 30 de septiembre de 1976 cenamos en la «pizzeria» de la plaza de Riego el poderoso letrado José María Fernández y don Agustín Tomé con Avelino Cadavieco, que traía como invitados a Puri Tomás, la hija de Belarmino Tomás, y a Rafael Fernández, que en aquella ocasión se mostró silencioso, casi tímido. Pocos días después, el veterano político sustituía a Suso Sanjurjo, que marchaba a hacer la «mili», como secretario político del comité regional del PSOE (entonces no se decía Federación Socialista ni cosas por el estilo), con motivo de lo cual se dio una cena en el Niza el 3 de octubre que ya he referido, y cuyo menú se componía de sopa de pescado, carne asada con puré de patatas y helado.
Con esto se daba un paso más, y muy importante, en la normalización del PSOE, pero al día siguiente, 4 de octubre, lunes, el terrorismo volvía a ponernos en vilo. Ese día, a las dos y media de la tarde, fue ametrallado en San Sebastián el presidente de la Diputación de Guipúzcoa y consejero del Reino, Araluce Villar, que murió en el acto, lo mismo que los dos policías de escolta. El personaje era de tanto peso político (entonces el Consejo de Estado tenía mucho más prestigio que ahora, que se reduce a una institución más bien folclórica, a juzgar por algunos de sus miembros), que aquella misma tarde se reunió el Consejo de Ministros con carácter extraordinario. Por la noche se anunció la muerte del chófer. Al día siguiente, el Gobierno hizo público un comunicado en el que afirmaba haber encajado el golpe «con serenidad».
Coincidiendo con estas jornadas dramáticas tuvo lugar el episodio seguramente más pintoresco de la discontinua trayectoria de la prensa socialista en esta época: la aparición de un «Avance» propiciado por el PSP, escrito a medias en castellano y a medias en esa jerga que por entonces se llamaba «bable unificado» y de la que los secuaces del Viejo Profesor se mostraban entusiastas o al menos defensores por aquello del «hecho diferencial», en tanto que en el partido socialista obrero en general se seguía la razonable recomendación de Emilio Barbón de no hacer pasquines en esa «llingua» porque costaría mayor trabajo redactarlos y llegarían a mucho menos público. La última página de aquel «Avance» estaba ocupada por un artículo del veterano socialista exiliado Alberto Fernández, en la que pedía la unidad de los socialistas.
Este «Avance» procedía del que Alberto Fernández, socialista de la tendencia de Negrín y muy próximo a Julio Álvarez del Vayo, mantenía en París. Alberto Fernández era el propietario de esa cabecera, según parece, aunque en Asturias también se tiraban «Avance» y «Adelante», órgano de UGT, que tenían como redacción improvisada la cabaña de Adenso, en Peñamayor; muy cerca del terrorífico Pozo Funeres. Allí se almacenaban los periódicos hasta su distribución por el Valle. Paulino García se encargaba de la confección de «Avance», desde escribirlo en casi su totalidad hasta multicopiarlo y graparlo, mientras que la continuidad de «Adelante» corría a cargo de Emilio Barbón.
Con motivo de la aparición del «Avance» del PSP, Vigil, Manuel Mondelo y yo fuimos a las redacciones de «La Voz de Asturias» y La Nueva España para mostrar los números de «Avance» que el PSOE llevaba tirados, propiedad de Mondelo.
El día 6 de octubre estaba yo en el restaurante Niza con Ludi García Arias y Marcelo García cuando entró Girón Garrote acompañado de un señor de unos sesenta y tantos años, con muy buena planta, vestido de gris y el pelo peinado hacia atrás. Se apresuró a presentárnoslo como Alberto Fernández, el legendario «Eliseo», que había sido uno de los primeros luchadores de la resistencia francesa contra los nazis, asunto sobre el que escribió un libro muy informativo e importante, «Españoles en la Resistencia», aunque de prosa tosca. Era hermano de José M.ª Fernández Pajares, buen amigo mío, que me había dado clases de Semántica en la Universidad, y autor de una obra teatral sobre Blancanieves y el príncipe, que se estrenó en el teatro Benavente de mi pueblo y en la que yo, siendo un niño de 9 o 10 años, intervine por única vez en mi vida como actor, interpretando a un trovador junto con Julio Gavito, yo como extra sin frase y Julio con frase, ya que decía al príncipe: «Señor, aquí estamos los trovadores».
Yo tenía ganas de conocer a Alberto Fernández, porque la Resistencia francesa, por influencia de Paco Fierro, me interesaba mucho: unos hombres en las montañas y en los matorrales (de ahí viene el nombre de «maquis»: monte bajo) daban jaque a un ejército, y ahora lo tenía en mi presencia y en persona. Se conoce que Girón Garrote pretendía mostrarle el santuario del socialismo en Oviedo, y ahí se pasó, porque aunque Girón y Masip, que también había participado en la maniobra, tenían muy callada su presencia en Asturias, Ludi, Marcelo y yo nos quedamos a comer con ellos.
Seguro que en aquel momento Girón hubiera preferido que la tierra le tragara. Ludi hablando rápidamente y Marcelo con la cachaza que le caracterizaba, le explicaron a Alberto que ni el PSP ni la DSA querían integrarse en el PSOE por considerarlo partido centralista y a causa de la «o» de obrero. Se conoce que estas cosas no se las había explicado Girón Garrote, seguramente por considerarlas poco «científicas».
De manera que le decía Ludi, pidiendo la unidad de los socialistas desde un periódico que no tenía que ver con el PSOE, no se contribuía ni mucho menos a la unidad de los socialistas que él predicaba y deseaba. El veterano periodista escuchaba con atención y comía con apetito. Nos contó también que había tenido un accidente cardiaco del que estaba recuperado y se sentía muy bien. Al final nos confesó que había aprendido más en aquella comida que en todos los días que llevaba de estancia en Asturias.
Carlos Gordon presenta en Gijón, Oviedo y Candás su libro "La prensa Sindical y Política asturiana de la Transición (1975-1982)", editado por la Fundación Juan Muñiz Zapico
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El pasado mes de marzo tuvieron lugar los actos de presentación del libro. Las fechas y lugares elegidos fueron: Gijón el 10 de marzo, Candás el 13 de marzo y Oviedo el 19 del mismo mes. La tarde del 10 de marzo, en el Ateneo Obrero de Gijón, Carlos Gordon estuvo acompañado por el presidente de la Fundación Juan Muñiz Zapico, Francisco Prado Alberdi, y el concejal de Educación y Cultura del Ayuntamiento, Justo Vilabrille Linares.
Para Francisco Prado Alberdi, que fue el primero en tomar la palabra, "el libro supone un ejercicio de recuperación de la memoria histórica, y es una antigua deuda que desde la Fundación Juan Muñiz Zapico teníamos con Carlos Gordon". "Quiero recordar que la democracia que hoy disfrutamos no nos fue donada sino conquistada en la calle".
Posteriormente intervino el concejal de Educación y Cultura del Ayuntamiento de Gijón, Justo Vilabrille, que manifestó que la historia, que es la mejor manera de comprender el presente, ha de llegar a nuestros jóvenes. "Este libro, de fácil lectura, se encuentra en todas las bibliotecas públicas de la ciudad para que ayude a la población a recordar cosas que estaban en el olvido".
El autor de la obra, Carlos Gordon, comentó que el libro detalla la prensa sindical y política que había en Asturias desde 1975 hasta 1982; es decir, "desde la agonía de la dictadura hasta el triunfo del PSOE en las elecciones generales, que no significó -como mucha mente conservadora pensaba- el fin del mundo por estar los socialistas en el poder".
Carlos Gordon explicó que desde un poco antes de la muerte del dictador Francisco Franco, en un momento de fuerte lucha ideológica, florecieron cabeceras políticas, sindicales y ecologistas. "La prensa sindical se mantiene más estable y tiene más longevidad que la política". Para el autor de la obra, las organizaciones sindicales, en el momento actual y tras los cambios que hubo en la Transición, son los grandes referentes de la izquierda. "En España no hay organización que cuente con más afiliados que CCOO".
Para concluir su intervención, Carlos Gordón manifestó que la prensa política y sindical era un auténtico ejercicio periodístico que se hacía sin ninguna censura informativa de forma muy pasional. "La gente que escribía las noticias lo hacía de manera altruista, sin recibir nada a cambio, informaba más allá del poder económico que rige ahora en los medios de comunicación".
L'historiador Carlos Gordon analiza les publicaciones feches ente 1974 y 1982
B.R.V.
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Aquelles publicaciones, con vocación movilizadora, foron a conectar, anque non siempre, cola sociedá a la que se dirixíen: «Na midida na que les organizaciones foron quien a salir del so ámbitu particular, hubo momentos, sobre manera ente'l 75 y el 77, hasta les elecciones, onde la prensa militante algama una circulación y una presencia pública muncho más grande que la que va a tener después. A partir d'ehí principien les crisis nos partíos y nos sindicatos a resultes de cómo salieron la Transición y les elecciones, y entóncenes les crisis internes principien a ocupar más espaciu que la realidá esterna», sigue Gordon.
D'esta manera, actualmente ye cuasi residual el carácter contrainformativu col que surdieron aquelles publicaciones, comenta l'historiador: «Güei queda mui poco d'aquellos periódicos, anque quiciás onde tuvieron más vixencia y más interés foi nel so llabor de contrainformación, poruqe nellos podíen siguise conflictos en detalle qu'a lo meyor na prensa xeneral solucionaben con una nota de los directivos de les empreses, mentes que nestos boletinos podía vese la postura de los trabayadores o de los militantes». Por esta razón, Carlos Gordon señala'l vaciu qu'hubo al perder l'oxetivu de la contrainformación y que la información viniera principalmente de los medios convencionales «que munches veces nun lleguen a la raíz de los problemes».
Nel periodu estudiáu pol investigador de la Universidá d'Uviéu nun s'escaecen les publicaciones n'asturianu y asturianistes, un movimientu que garra la so forma moderna nesos años. La principal aportación d'estos medios ye, pa Carlos Gordon, que nellos créase la prosa moderna n'asturianu: «Hasta esi momentu nun ye que nun hubiera ensayos o testos en prosa que nun foren lliterarios, pero dende esa ye cuando se demuestra que n'asturianu pue falase de too: feminismu, crítica musical, la vida d'a diario...». Otra de les funciones que cumplieron estes publicaciones foi «componer un canon lliterariu que ye más o menos el que conocemos agora».
Una de les iniciatives que sobresal nesti campu ye la d'Asturias Semanal, cola so sección de Conceyu Bable: «Yera, por dicilo de dalguna manera, el buzón del asturianismu. Ellí ponse en contactu'l nucleu inicial de Conceyu Bable -Xuan Xosé Sánchez Vicente, Xosé Lluis García Arias o Lluis Xabel Álvarez- con más xente d'Asturies y de fuera, de los conceyos que se van formando nel esterior. D'esta manera, la revista ayuda a articular el movimientu asturianista».
Nel movimientu vecinal
La comunicaicón al través de publicaciones más o menos periódiques nun yera esclusiva de los partíos, los sindicatos o los movimientos culturales. Ente les asociaciones vecinales tamién s'editó una prensa propia «como una espresión d'una sociedá civil que principiara a organizase pasu ente pasu al final del franquismu, pero qu'a partir d'entós va creando un formientu d'opinión pública más llibre y plural», cuenta Gordon.
Al través d'estos boletinos, tal como indica l'autor de la investigación, pue vese cómo se desenvuelve la vida nos barrios, les mentalidaes y los proyectos que tien la xente neses zones, «daqué qu'enantes nun se recoyía nin na prensa xeneral nin na militante; namás en dellos periódicos».
L'aniciu del ecoloxismu
Tocante al movimientu ecoloxista, aparte de contar con una organización pionera, ANA (Asociación d'Amigos de la Naturaleza), les publicaciones d'esta temática dan cuenta d0un «cambiu nel compromisu políticu y social que se ta produciendo», diz Gordon. Bien d'aquellos boletinos taben fechos por xente que venía de les files de los partíos y de los sindicatos, «pero que buscaben otra manera d'organizase, más descentralizada, y qu'acueyen una problemática como l'ecoloxismu qu'hasta esi momentu cuasi nun se mentaba na prensa política».
Toles publicaciones analizaes en La prensa sindical y política en la Transición (1975-1982) son de colectivos d'esquierda, mentes que nel espectru ideolóxicu del centru-derecha tirábase per otres víes d'espresión. «Nesti ámbitu ideolóxicu, ente UCP y PP, hai mui poques publicaciones d'esti tipu, aparte de fueyes informatives, poruqe tienen otres formes de comunicase cola sociedá y cola so militancia», esplica l'historiador. Lo que sí hai nesa dómina -anque nun entra nel amrcu de la investigación fecha por Gorodon- ye publicaciones de los grupos falanxistes y de la estrema derecha: «Tamién sufren la so reconversión. Hai escisiones y caún saca les sos publicaicones, onde se pueden conocer les sos divisiones y planteamientos, nos que'l franquismu y l'absorción de la Falange pol franquismu ye la exa de los discutinios».
El año 1976 supuso la puesta en marcha de un proceso irreversible, en el que los periódicos no legales o permitidos desempeñaron un papel considerable, aunque también lo hicieron los diarios convencionales.
José Ignacio Gracia Noriega
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-¡Hombre!, aquí está «El Minero». Lo escribía yo entero, y, a veces, Pablo el de Barredos.
No era poca cosa que coincidieran en la misma habitación el libro de historia y uno de los personajes que hicieron que esa historia fuera posible. La historia y su autor y personaje, por así decirlo.
Sobre la transición en Asturias se ha escrito poco, quién sabe si porque los que pueden hacerlo no lo hacen y los que pretenden hacerlo, no tienen qué contar. No creo que muchos hayan tenido la curiosidad de llevar diarios, cosa bastante conveniente cuando se están viviendo unas circunstancias históricas tan señaladas como aquéllas. Entre otros, Ramón Rañada conserva un archivo importante, del que he de reconocer que se nutrieron algunos de estos artículos, y Barthe Aza también ha escrito algunas anotaciones personales sobre aquellos sucesos, naturalmente inéditas, pero que amablemente pone a mi disposición. Y están los testimonios de otros amigos que también vivieron muy de cerca aquellos acontecimientos. Pero fuera de los testimonios personales y de los diarios privados, hay algunos libros, como «Las fuerzas del cambio», de Pedro de Silva; «Apuntes de historia FSA. 1901-2001», con trabajos de diversos autores, o el reciente «Emilio Barbón», de Francisco Trinidad. O, tocando la prehistoria, «Las huelgas de 1962 en Asturias», volumen coordinado por Rubén Vega; «Comandante Mata. El socialismo asturiano a través de su biografía», «La comisión socialista asturiana», y «Breve historia del socialismo asturiano», de Adolfo Fernández; «La prensa clandestina en Asturias», de Gabriel Santullano; «Los cimientos no se ven», testimonio de José Alcaide Albajara por Luis Suárez; «La lucha por la democracia en Oviedo», de Juan Fernández Ania, «I Centenario de la Agrupación Socialista de Oviedo», de Adolfo Fernández, José Girón y Gustavo Pardo, las memorias de Portela y «Dos décadas de movimiento cultural y universitario en Asturias», de Luis Alfredo Lobato, libro austero y muy documentado, por el que le debo una disculpa a su autor, ya que en un artículo mío aludí a cierto parecido suyo con monseñor Xirinacs, clérigo catalán que gozó de cierta fama en los primeros tiempos de la transición, y que a Lobato no le pareció bien. Y no veo motivo para silenciar mi libro «Vísperas de nuevo tiempo», como si yo fuera ahora un tratadista de izquierda.
Fuera de estos libros, la mejor información sobre aquella época se debe y puede conseguirse en las hemerotecas. La más destacada era la que proporcionaba LA NUEVA ESPAÑA, en la columna de Vaquero, habitualmente publicada en la página final y que transmitía información de primera mano, ya que la gran preocupación de muchos personajes de la oposición democrática consistía en ser citados en la columna de Vaquero. De manera que en las reuniones políticas se hablaba casi tanto de Vaquero como de estrategias o pactos. Salir en la columna de Vaquero significaba ser alguien en la oposición. Recuerdo los remontes de Juan Luis Vigil cuando leía en LA NUEVA ESPAÑA cosas secretísimas, que en principio sólo sabía él, en su condición de miembro del comité federal del PSOE (que acompañaba siempre a su firma, de la misma manera que Cayetana de Alba firma siempre Duquesa de Alba), y que por magia del periódico pasaban al dominio público. ¿Quién informaba a Vaquero?, se preguntaba entonces el bueno (bueno pero complejísimo) Vigil. Calculo (digo yo) que los que conocían la noticia y estaban interesados en salir en las páginas de los periódicos.
La prensa clandestina era mucho menos rigurosa y fiable. Si bien es cierto que, como decía Juan Benito Argüelles, para enterarnos de que había huelga en Mieres teníamos que leer «Le Monde» (que llegaba a la Alianza Francesa, y para el público en general, al quiosco de Olegario en la calle Milicias con varios días de retraso, y si había huelgas mineras o cualquier otra convulsión, no llegaba). Por la prensa sindical y política tampoco había posibilidad de enterarse de gran cosa, ya que la doctrina y la crítica predominaban sobre la información; y toda aquella prosa espesa y en muchas ocasiones a ciclostil, iba dirigía en un único e inamovible sentido. Aquello era como el pelmazo del internet en la actualidad, que para ponderar la suma utilizada de esa invención tan moderna nos dice que con sólo pulsar un botón se pueden situar mil millones de euros en un banco de las islas Caimán: posibilidad maravillosa (no lo discuto), pero que vale poco para quien no tiene mil millones de euros ni sabe hacia qué rumbo caen las islas Caimán.
En la prensa clandestina, sobre todo en la situada bajo tutela comunista, cuando dejó de escribirse sobre la huelga general, se hizo un gran vacío, que precipitaron los acontecimientos decisivos que tuvieron lugar durante los años 1975 y 1982, que son los que acota Carlos Gordon para su libro, y que debe entenderse como la continuación del profundo y riguroso estudio de Santullano sobre «La prensa clandestina en Asturias», que abarca desde 1937 a 1975. La muerte de Franco supuso la puesta en marcha de un proceso que venía gestándose desde algunos años atrás, de manera que el año 1976 -que la revista «Cambio 16» calificó como «Feliz Año Bueno» en su primer número de aquel año- fue el de la lenta puesta en marcha de un proceso irreversible, en el que la prensa clandestina o sencillamente permitida desempeñó un papel considerable. Aunque estoy convencido de que el papel de los periódicos convencionales (en Asturias, la revista «Asturias Semanal» y posteriormente el periódico «Asturias Diario», que no llegó a vivir un año pero que, dirigido por Graciano García primero y después por Melchor Fernández, tuvo protagonismo en una situación ya casi consolidada; y también la prensa de toda la vida: «La Voz de Asturias» y La Nueva España, que pese a llevar el sello de la Prensa del Movimiento, nunca renunció a la condición de periódico independiente) fue mucho más profundo y su difusión, que era de lo que se trataba, decisiva. En realidad, la prensa convencional asturiana (digámosla así, por diferenciarla de la clandestina, sindical y política) mantuvo formas liberales y críticas de la situación política del momento, con la excepción de «Región», donde dos excelentes periodistas y personas, Ricardo Vázquez Prada y José Antonio Cepeda, «Juan de Neguri», se encastillaron en posiciones «ultras» y futbolísticas, de manera que cuando este periódico, dirigido por Juan de Lillo, intentó adaptarse a los nuevos tiempos, tuvo que cerrar.
La prensa sindical y política que estudia Carlos Gordon en su libro con frecuencia la escribía una sola persona, que también era la encargada de su custodia y difusión. El «Avance», por ejemplo, se hacía en Laviana, y en cierta ocasión llegó a Oviedo con un contenido tan radical que Juan Luis Vigil se echó las manos a la cabeza y dijo que aquello no podía ser y que había que escribir otro número de contenido más moderado. Por aquel tiempo, Vigil, con mucho sentido político y una gran visión de futuro que, por desgracia no fue por ese camino, pretendía formar un socialismo urbano y civilizado, de línea europea y socialdemócrata. La palabra socialdemócrata producía verdaderos sarpullidos entre los viejos militantes, por lo que Vigil se veía en la obligación de explicar que Lenin también se había declarado socialdemócrata. Ya en el Bachillerato le llamábamos «Lenín» a Vigil, lo que no era inconveniente para que fuera visceral y razonablemente anticomunista. Por lo demás, Vigil era de los pocos socialistas de aquella época que habían leído a los clásicos del pensamiento político y tenía una sólida formación política cimentada en lecturas. Lo que no recuerdo es si el «Avance» moderado llegó a distribuirse, aunque sí que pasamos una noche reescribiéndolo.
El «offset» de la asesoría laboral de la calle General Elorza, a cargo de Vigil, aunque Agustín Tomé solía decir que él era el abogado y Vigil el pasante, se empleaba principalmente para hacer panfletos y demás variantes de las hojas volanderas. Tanto Vigil como Barbón se opusieron a una proposición de las JJ SS de hacer pasquines en bable alegando que serían más difíciles de redactar y que tendrían una difusión mínima.
Un caso pintoresco fue la aparición de un «Avance» patrocinado por el PSP con páginas en bable, en el que metieron cuchara Girón Garrote y Antonio Masip, que por entonces todavía era ajeno a las organizaciones socialistas, pero que había conocido en París a Alberto Fernández, el historiador de la participación de españoles en la Resistencia francesa y autor de algunos trabajos sobre el pintor Luis Fernández, al que Masip siempre procuró reivindicar. Alberto Fernández había formado parte del maquis, establecido en las montañas de Saboya, donde se constituían grupos de cinco combatientes, tres de los cuales trabajaban como leñadores, para disimular, y los otros dos eran activistas contra los nazis. El nombre de guerra de Alberto Fernández era «Eliseo».
Posteriormente, y durante su largo exilio en París, Alberto Fernández tuvo la cabecera del «Avance» y, sorprende mente, muy mal informado de lo que sucedía en Asturias, aceptó poner su nombre en el «Avance» anómalo al que me refiero, y al que contribuyó con un artículo (en español, porque no comprendía que se pudiera escribir nada serio -ni nada en general- en bable), en el que, en la última página, reclamaba la unidad de los socialistas. Aprovechando una estancia de Fernández en Oviedo, Luzdivina García Arias y Marcelo García le explicaron durante una comida en el Niza que el PSP no era el PSOE ni parecido. Yo también asistí a aquella comida. Creo que la relaté en otro lugar.
La villa de Candás acogió la presentación de un libro sobre la prensa sindical y política en la Asturias de la Transición.
POR
Tarde radiante, búsqueda complicada de aparcamiento en la villa sinuosa de Candás. Aromas a marañuela exhalados desde las confiterías tradicionales a los que tuve que resistirme y el local de la Casa de la Cultura, por fuera soso, por dentro atractivo, en el que se presentaría: La prensa sindical y política asturiana en la transición (1975-1982) . El concejal de Cultura, el amable Paulino García Suárez y el director de la Fundación Juan Muñiz Zapico: Benjamín Gutiérrez Huerta agrupaban las sillas, previendo la escasez de público. Viernes, seis y media de la tarde, el evento competía con la entrega de los Premios deportivos en el Teatro Prendes, presidida por el alcalde Angel Riego. En las paredes, las preciosas acuarelas del gijonés Cuervo Viña sobre la villa marinera. A escasos metros de los ventanales, ceñudos los tejados abuhardillados de las casas de enfrente y el edificio abandonado de Conservas Ortiz, como vestigio del Candás como villa conservera.
Espaciadamente van llegando los asistentes. Todos vinculados a la temática y a la época. El autor, Carlos Gordon, un joven doctor en Historia, de los primeros. También lo hacían los simpatizantes Nicolás Ibáñez y José Angel Granda, el afiliado a CCOO. Ramón Huerta, el candasín interesado por el tema: "por todo lo que pasamos" Manolo Prendes, el periodista Pedro Alberto Marcos, la historiadora María Josefa Sanz Fuentes y las jóvenes Xana Reyes, afiliada a CCOO, con su amiga Cristina Labrador. Todos ellos ya sentados cuando llegó el autor de Prensa Clandestina en Asturias , Gabriel Santullano, acompañado por su mujer Carmen Mourenza, al que ya esperaban el presidente de la Fundación Francisco Prado Alberdi y que el concejal de Cultura y la de Ordenación Melania Alvarez. Inició García y continuó Prado estableciendo fechas: "Da la sensación de que, al día siguiente de la muerte de Franco nació la Democracia y esto no fue así". Se refirió después al período convulso desde 1975 al 79 y la importancia del movimiento obrero. Santullano, dandy en su camisa de villela de cuadritos, como las que llevaba Felipe González, tomó la palabra y casi el protagonismo del acto (alguien del público me susurró: "Este, sábelo todo"). Presentó, bromeando, a Gordon como "una persona de apariencia poco seria" y repasó el papel de la prensa: "Al tomar importancia los partidos políticos, el periódico de papel pierde fuerza, cambia su función a informativo y cronista de la etapa política". Al salir, unos cuantos metros sobre mis altos tacones, hasta el parking.
Carlos Gordon repasa la historia de la prensa sindical y de los partidos en Asturias durante la tansición. El libro recoge un centenar de publicaciones periódicas
Paloma Lamadrid, Gijón
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El autor, Carlos Gordon, ayer, en el Ateneo Obrero. [foto: Xurde Margaride] | |
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Precisamente, esos años se corresponden con «dos hitos fundamentales» en el camino hacia la democracia: la muerte de Franco y la primera alternancia política al frente del Gobierno con el triunfo del PSOE en las elecciones generales. En estos primeros años, este tipo de prensa juega un papel decisivo en una sociedad «muy politizada». No obstante, el asentamiento de la democracia trajo consigo un menor interés de la ciudadanía en periódicos como Verdad, del Partido Comunista, y Avance, del PSOE, dos de las cabeceras que mayor repercusión alcanzaron en aquellos años. De hecho, Verdad llegó a vender hasta 5.000 ejemplares.
Frente al excesivo proselitismo del que pecaban estos periódicos, Carlos Gordon destacó la profusión de detalles que aportaban respecto al mundo laboral. Tras la amplia difusión que consiguió la prensa obrera, el autor explicó que ya antes de 1982 había comenzado el declive de estas publicaicones. Ahora, estos periódicos se reducen a los círculos internos de algunos sindicatos. «Hace unos años todavía sobrevivía Asturias adelante, de UGT», indicó. Acción libertaria, de la CGT, fue otro de los periódicos que resistió mejor el paso del tiempo. Asimismo, Gordon señaló que tras levantarse la prohibición que pesaba sobre ella, esta prensa perdió agilidad, ya que estaba «más oxigenada» en la clandestinidad. El libro, que se centra en un centenar de publicaicones de izquierdas, se presentó ayer en el Ateneo Obrero de Gijón respaldado por la Fundación Juan Muñiz Zapico.
El historiador estudia en un libro las publicaciones de partidos y sindicatos durante la transición en Asturias
J. L. Argüelles, Gijón
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Carlos Gordon, ayer, en el Ateneo Obrero. [foto: Jorge PEteiro] | |
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La mayor virtud de la prensa militante de esos años está, a jucio de Gordon, coautor de la biografía de Juan Muñiz Zapico, «Juanín», en que «ofrece un tipo de información que da muchos detalles sobre la clase trabajadora», una mina de datos para los historiadores de esa etapa. ¿Y su mayor defecto? «Que es una prensa muy doctrinaria a la que le falta la agilidad del periodismo profesional», subrayó.
Gordon ha estudiado unas cien publicaciones editadas en esos siete años, aunque el número de cabeceras que realmente salieron puede ser mayor. Son dos fechas relevantes: en 1975 muere Franco, y en 1982 gana las elecciones -con Felipe González como líder- el PSOE. La izquierda vuelve al Gobierno duspués de la guerra civil y los largos años de dictadura franquista. El autor, doctor en Geografía e Historia por la Universidad de Oviedo y uno de los colaboradores del libro «Las huelgas de 1962 en España y su repercusión internacional», subrayó que esa prensa política y sindical quiere, en ese momneto, competir con las cabeceras profesionales. «Se hace un esfuerzo por rebasar el ámbito interno», señaló, para encadenar: «En general, son periódicos más originales que en la etapa de la clandestinidad y hay un evidente esfuerzo por incluir otro tipo de informaciones, como la cultural».
Algunas de esas publicaciones lograron difusiones notables. Fue el caso de «Verdad», órgano de expresión del PCA, que llegó a alcanzar los cinco mil ejemplares, o «Avance», la cabecera histórica del PSOE, y también la de «Unidad», de CCOO, o «El Minero», la publicación del SOMA-UGT. Otros títulos tuvieron, en cambio, una exigua tirada y una efímera existencia, relacionadas con la escasa militancia de las organizaciones que las sustentaban.
El historiador, que tiene en marcha un estudio sobre la Fábrica de Tabacos de Cimadevilla, todo un microcosmos de relaciones sociales y económicas en el barrio alto gijonés, se ha limitado a estudiar sólo la prensa de las organizaciones de izquierda, de gran actividad en esos años. Algunas cabeceras sobrevivieron durante años a esa etapa de gran efervescencia política. Dos ejemplos fueron «Asturias adelante», de UGT, y «Acción libertaria», órgano de CGT tras su escisión de CNT. ¿Tiene sentido aún hoy ese tipo de publicaicones? «Creo que sí, porque sus contenidos rara vez tienen cabida en los periódicos generalistas», afirmó el estudioso.
Gordon presentó ayer el libro en el Ateneo Obrero. Estuvo acompañado del concejal de Educación y Cultura, el socialista Justo Vilabrille, y de Francisco Prado Alberdi, presidente de la Fundación Juan Muñiz Zapico y ex secretario general de CC OO de Gijón.
«Nuestra intención al apoyar libros como éste es la de rescatar el papel del movimiento obrero en la lucha por la democracia; la de combatir la idea de que, una vez muerto Franco, la democracia llegó sola, cuando fue conquistada y no donada», manifestó Prado Alberdi, para quien el estudio de Gordon es «una investigación importante». Lamentó que mucha de la documentaicón de la época se hubiera perdido.
«Es un libro que se lee muy bien, que es muy entretenido y da gusto porque nos acordamos de las cosas», señaló Villabrille. Éste indicó que es una buena fuente para los jóvenes, que «no se preocupan mucho de las cuestiones políticas»
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Presentación. Villabrille, Prado y Gordon. [foto: Paloma Ucha] |
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Carlos Gordon ta acabante publicar en KRK un llibru, «La prensa sindical y política asturiana en la transición» nel qu'indaga, dende una perspectiva histórica, na prensa d'esquierdes ente 1975 y 1982. Eses feches, onde naz y fragua la prensa escrita n'asturianu, tuvieron marcaes pola reconversión industrial. Una llectura atenta d'aquelles publicaciones («Mundo Obrero», «El Glayíu», «Xera»...) esplica muncho bien la historia d'Asturies nos años posteriores. «¿Queda dalgo d'aquello? Tolo qu'agora hai d'asturianismu, sía muncho o poco, diba ser inimaxinable ensin aquella prensa. Lo mesmo-y digo del ecoloxismu», esplica Gordon.
¿Por qué escoyó esti periodu, 1975-1982, como época d'estudiu?
Efectivamente los historiadores discuten muncho sobre cuándo empieza y acaba la Transición. Yo escoyí 1975 y 1982 porque me parez qu'hai dos fitos mui importantes: el primeru ye obviamente la muerte de Franco. Pudo haber munchos planes pa empobinar la Transición, pero lo que ta claro ye qu'hasta la muerte de Franco nun foi posible. 1982 tamién ye una fecha clave: ye la primer vez dende la II República qu'un partíu que se proclama d'esi espectru llega al poder con una mayoría enforma y escomienza l'alternacia pacífica.
¿Qué característiques tien esa prensa n'Asturies?
Ún mui básicu ye la preocupación pol procesu de reconversión que se ta fraguando equí. Fundamentalmente nesa prensa tán les respuestes que se daben dende distintos ámbitos: PCA, CC OO, etc. Ehí vese como naz una alternativa rexonalista dientro d'estos grupos, una propuesta de rexonalización de les empreses públiques n'Asturies. N'otros ámbitos apostóse por otru tipu d'alternatives. De cualesquier manera, la recorversión industrial, que yá daquella empezara a fraguar, ye lo que llama l'atención. Tamién hai otra característica importante: culturalmente toos tienen que facese eco d'un fechu mui novedosu. Parte de la opinión pública, organizada alredol de Conceyu Bable, pon de relieve les señes d'identidá, la llingua asturiana...
Prescisamente nesti momentu naz la prensa escrita n'asturianu. ¿Tien unes característiques específiques? ¿Comparte a rasgos xenerales les inquietúes del restu?
Dalgunos rasgos sí que comparte. Nun hai qu'escaecer que ye prensa militante. Hai rasgos d'estilu que son comunes: un tonu cuasi doctrinariu; sí tuvo una preocupación polo cultural más grande de lo qu'atopamos n'otros medios. Ye natural: la idea fuerte de l'actitú militante de Conceyu Bable ye la recuperación de la llingua. Aparte d'eso, la prensa n'asturianu va tener un abanicu de temes muncho más ampliu. Toi falando fundamentalmente d'«El Glayíu», una revista que tresciende con muncho les árees d'interés qu'otres teníen. Ellí vamos atopar, escritos n'asturianu, artículos sobre coses muncho variaes, normalmente acutaes pal castellanu. Nun se circunscribíen tampoco a lo político o sindical. Hai crítica de la cultura, feminismu, etc.
D'esta realidá, ¿fíxose eco'l restu de la prensa asturiana? ¿Publicaben collaboraciones n'asturianu?
Pocos. Nel periódicu del PCA hai debates sobre'l tema. Nun ye una constante nin hai una sección espresamente dedicada a eso pero sí que se dediquen númberos especiales a esi tema. Na esquierda radical yera más frecuente. Los medios del MCA van a tar mui atentos, asina como Andecha Xoven (que yera la organización xuvenil del MCA). En xeneral son los medios de la esquierda radical los que tienen más interés nesta cuestión.
¿Qué queda de too ello? ¿Qué coclusiones se puen estraer de la llectura d'esta prensa?
Básicamente la conclusión a la que se llega nel llibru ye que les organizaciones que más destacaron na llucha contra'l franquismu salieron enforma mal paraes... A escepción posiblemente de CC OO (anque tampoco CC OO consiguió caltener la proyección que naquellos años tenía), da la impresión que los partíos que supieron combinar l'oportunismu polícu ensin dexar d'apelar a les vieyes sigles. Yo estudio básicamente la prensa d'esquierda. Les opciones más moderaes son les que salieron triunfantes. ¿Queda dalgo? Tolo qu'agora hai d'asturianismu, sía muncho o poco, diba ser inimaxinable ensin aquella prensa. Lo mesmo-y digo del ecoloxismu.