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Pasado y presente
de la lucha minera

Semana Negra Gijón 2012
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» La Semana Negra de Gijón recuerda la huelga del 62 y homenajea a los mineros
Mundo Obrero, 16.07.2012




 
A la calle, como en el 62
La isla inexistente, 11 de julio de 2012 / Crónica Popular, 13.07.2012 / Rebelión, 15.07.2012

La Fundación Juan Muñiz Zapico organiza en la Semana Nega la mesa redonda 50 años de la huelga minera de 1962

Gijón, Javi Álvarez

Público asistente [Foto: Angie Álvarez]
Público asistente [Foto: Angie Álvarez]

La noche del 10 llegaron los mineros a Madrid. Les recibieron los madrileños con aplausos y les hicieron sentir que no caminaban solos, sino acompañados por una multitud que le pide al gobierno de Rajoy que cumpla lo pactado y no esconda el dinero que le corresponde al carbón. Basta de engaños. Basta de recortes. Basta de trapicheos. La ciudadanía quiere que los servicios públicos de educación y sanidad se mantengan funcionando como lo han venido haciendo en el pasado, con la misma calidad, con idéntica eficacia, sin recortar un céntimo, que sigan siendo de todos y para todos.

En la multitudinaria marcha de apoyo a los mineros de la mañana del 11, se han repetido las mismas consignas. Pero tenemos un gobierno sordo, que trafica con los amos para el beneficio de ambos y que hace de su mayoría un sayo que está dejando desnuda y hambrienta a la clase obrera. No les importa lo más mínimo. Además de sordo, el gobierno se comporta de una forma brutalmente represiva. Suele ser que cuando se pierde la razón se acude a la fuerza como solución. Su forma dictatorial del aquí se hace lo que yo digo porque es lo bueno para España tiene que caer. Debemos salir a la calle para frenar esta regresión injustificada y originada por una crisis-estafa, es nuestro deber parar esto. Rajoy es incapaz de hacer deducciones, esta intelectualmente imposibilitado para dar explicaciones que no sean de perogrullo pues no sabe sostener un razonamiento mínimo más allá del esto es así porque es así.

En este día de recortes y de mineros, la Semana Negra de Gijón nos refresca la memoria y nos enfoca el camino por el que se producen los cambios. El acto central de hoy, organizado por la Fundación Juan Muñiz Zapico es una mesa redonda dedicada a los 50 años de la huelga minera de 1962.

Se encarga de moderar la mesa el escritor Alejandro Gallo, lo hace controlando el tiempo en su reloj de pulsera, del que se ha desprendido y coloca a su lado, para mirarlo atentamente. La primera función de un moderador es romper el hielo y lo hace recordando unas imágenes de unas horas atrás, la de los mineros entrando en Madrid bajo las banderas asturianas y leonesas que tanto significan para Gallo. Después le cede la palabra a Benigno Delmiro para que nos relacione la huelga con la literatura.

Benigno Delmiro: «La cultura minera va a ser ese pozo que no se cerrará nunca»

Rubén Vega, Armando López Salinas, Alejandro Gallo y Benigno Delmiro [Foto: Angie Álvarez]
Rubén Vega, Armando López Salinas, Alejandro Gallo y Benigno Delmiro [Foto: Angie Álvarez]

Benigno Delmiro dice que la huelga del 62 generó y sigue produciendo una cantidad inmensa de textos. El mundo minero está siendo reflejado en todas las artes. Al igual que ya existe una literatura minera, existirá también una filmografía minera. Pero de lo que sabe sobre todo es de literatura. Avisa que si llega el cese del carbón, los mineros impregnarán la literatura más que nunca. La cultura minera va a ser ese pozo que no se cerrará nunca.

De la literatura minera dice que forma parte de la literatura social, la que presenta múltiples dimensiones en defensa de los desarraigados de toda la era industrial que fueron motor del desarrollo en este último siglo y medio. Entre otras cosas, da cuenta de la dualidad social que el proceso de industrialización ha creado, de las diferencias entre los patronos y los obreros. En la mina se lucha contra los cuatro elementos: la piedra, el fuego, el aire convertido en polvo dañino y el agua que provoca torrentes destructivos. Es como si la propia naturaleza se desendiese para que no se esquilmen sus recursos naturales, para que el carbón tenga que ser conquistado. La literatura minera también ha presentado un servicio de creación de las mitologías locales.

Sobre las temáticas que recoge este tipo de literatura Delmiro destaca principalmente dos. La primera es el accidente y la enfermedad, contar la tragedia minera mil veces repetida. El segundo motivo es la huelga, ese estallido social que explota para defender con dignidad los derechos obreros frente a los abusos del patrón o para construir, cuando no los hay, un marco de legalidad con ellos. Los dos juntos son una representación épica y trágica que mantiene ciertas relaciones con una especie de guerra. Cita luego muchos títulos y lo hace empezando con la nueva literatura minera que se está haciendo en estos tiempos del que Alejandro Gallo con Una mina llamada infierno es un buen ejemplo. Recuerda a Jesús López Pacheco y su cuento Desde los hombros de mi padre que habla de huelgas y represión, y donde nos explica que cuando el río bajaba limpio era señal de que la huelga había triunfado. Añade El valle negro de Alfonso Camí, La furia y el silencio de Jorge Reverte, Les ruines de Xandru Fernández, El hermano pequeño de Vázquez Montalbán, La sombra del tren de Marcelino Iglesias… y así podría seguir toda la tarde.

Rubén Vega: «La huelga del 62 se resolvió a través de la negociación»

Mesa redonda: 50 años de la huelga minera de 1962 [Foto: Angie Álvarez]
Mesa redonda: 50 años de la huelga minera de 1962
[Foto: Angie Álvarez]

Rubén Vega es historiador, así que nos cuenta la huelga del 62 desde otro prisma. Lo primero que hace es preguntarse por qué la seguimos recordando cincuenta años después. La respuesta es sencilla, porque algo salió bien entonces. Dice que fue mucho más que una huelga. Empezaron solo los mineros de Asturias y se terminó convirtiendo en una huelga obrera al unirse otras regiones y otros sectores. Hay que recordar que entonces no había derecho a huelga y que por tanto no era legal. Explica Vega que su desarrollo afectó al régimen en sus propios cimientos, especialmente cuestionando la autoridad del franquismo que tuvo que llegar incluso a discutir la viabilidad de un derecho limitado de huelga.

Aquella huelga cambió muchas cosas, por ejemplo las estadísticas sobre huelgas en España se empezaron en 1963 porque el régimen asumió que iba a tener que convivir con ellas y necesita estudiarlas. Otro novedad es que se resolvió a través de la negociación: un ministro se baja del consejo de ministros y viene a hablar directamente con las comisiones de los mineros, saltándose todas sus estructuras del sindicato vertical y mostrando así que habían dejado de ser válidas por incapaces. Los mineros consiguen que el ministro acepte sus reivindicaciones, se vuelva a Madrid y se publiquen oficialmente antes de dar por terminada la huelga.

Vega explica qué otros elementos ayudaron a presionar al franquismo. En primer lugar fue importante el apoyo y el pronunciamiento a favor de las reivindicaciones mineras de los curas de base de las cuencas mineras y de alguna parroquia más, algo que preocupa a la Iglesia que no ve con buenos ojos que sus sacerdotes se pongan codo con codo con los comunistas. También afecta a las relaciones internacionales en el momento en que Franco había solicitado ser admitido en la Comunidad Económica Europea. La huelga se convierte en portada de la prensa internacional poniendo de manifiesto que en España no hay libertad de expresión ni derechos de ningún tipo, empezando por el de huelga. Se producen manifestaciones en todo el mundo. Son los exiliados, los inmigrantes y los brigadistas internacionales los que reactivan la solidaridad con España. Lo mismo ocurre con estudiantes e intelectuales que muestran su apoyo porque ambos sectores veían a la clase obrera como el motor de la historia, algo que compartía la policía represiva. Alberti, en uno de sus poemas, nos muestra como referente a seguir a un minero barrenero. Ahora sabemos que la clase obrera no va a cambiar el mundo, pero aún le queda capacidad de respuesta y de lucha para enfrentarlo.

Al final de su intervención dice que además de historiador es profesor de universidad y que se congratula de estar aquí, en los terrenos del astillero de la Naval donde tantas luchas obreras ocurrieron, y de que haya Semana Negra. Recuerda que el año pasado su rector se gastó el equivalente a tres sueldos de profesores en construir una valla que cercaba la Semana Negra. Cuenta el público que hay en el acto. Le salen cuatrocientas personas y se pregunta a ver cuándo el rector ha conseguido tanta gente en un acto cultural. La cultura no deja de serlo porque se vendan perritos calientes en el mismo sitio. De su trabajo como historiador dice que no ha tenido otra finalidad que rendir tributo a la Memoria Histórica. Tal vez su profesión no tenga salida, pero está claro que le interesa a mucha gente.

Armando López Salinas: «Lo que no se defiende en la calle no se gana en una mesa de negociación»

Público asistente cantando el himno minero [Foto: José Ramón Fuentes]
Público asistente cantando el himno minero
[Foto: José Ramón Fuentes]

Armando López Salinas tiene un discurso firme que recuerda a otros tiempos, los de aquellos mítines que daban las personas que querían cambiar el mundo. No le falta coraje para hacerlo y sabe lanzar un mensaje con claves que conecta, apasiona y enciende a quien le escucha. Dice dialéctica y luego que lo firme no es firme. Se refiere al gobierno de Rajoy. ¿De quién depende que siga la represión?, se pregunta. De nosotros. ¿De quién depende para que se acabe? De nosotros también. Lanza un saludo a los mineros con orgullo. Lo hace desde el corazón. Recuerda aquellos tiempos de la huelga del 62, cuando mineros y estudiantes eran la vanguardia de quienes protestaban contra el régimen. López Salinas trabajaba entonces para Radio España Independiente y no olvida las crónicas de informantes anónimos que emitían una y otra vez aquellos días. La emoción la tiene grabada a fuego y se le nota en el brillo de su mirada. Recita los versos de Chicho Sánchez Ferlosio que dicen «Hay una lumbre en Asturias que calienta España entera, y es que allí se ha levantado, toda la cuenca minera». Se acuerda de que participó en las manifestaciones de Madrid y Barcelona con otros militantes del Partido. Explica que entonces se puso en marcha por parte de los intelectuales un mecanismo solidario que se mostró eficaz y que siguió funcionando hasta el final de la dictadura. El conflicto, aun siendo ilegal, se alargó. La huelga se siguió produciendo firme y constante. El régimen utilizaba los medios habituales contra ellos y todo sucedía en medio de una represión total. El Tribunal para la masonería y el comunismo, una fábrica de condenas a muerte, se conviertió en el guardián del poder. López Salinas les llama mugre jurídica. Fueron muchos los que pagaron un alto precio en las comisarías. Allí había torturadores. Aquello fue la infamia de la represión. Y sin embargo Franco tuvo que ceder. Aparecieron nuevas estructuras sindicales al margen del sindicato vertical. La derecha más democrática se fue a Munich a organizar una oposición. Fueron los signos del comienzo de una transformación.

Después del repaso vuelve a la realidad, a esa España con cinco millones de parados, la de los desahucios masivos, la de los recortes, la que cierra escuelas y hospitales, la del capitalismo de formas fascistas y dictatoriales, la de la corrupción, la de Bankia, la de la figura patética del rey Juan Carlos I presente allí donde se decretan bajadas salariales para los trabajadores. La gente trabajadora existe para sacar las castañas del fuego de la patronal. López Salinas nos avisa: «lo que no se defiende en la calle no se gana en una mesa de negociación». ¿Para cuando la tercera república?, se pregunta.

Hemos estado cantando el Santa Bárbara bendita con los indignado del 15-M hace unos minutos, dice. Ha participado en asambleas ciudadanas con los jóvenes organizadas por este movimiento y caminado con ellos. Sabe que esto no es una crisis, esto es el sistema. Ha transcurrido mucho tiempo desde que Marx y Engels publicaron su Manifiesto, pero aún sigue siendo esencial, pues es fuente de esperanza y guía. A pesar de las derrotas y los certificados de defunción, seguimos aquí. Para finalizar, López Salinas exhorta a los presentes para que se unan con sus hermanos proletarios porque si no se lucha la derrota está cantada.

Su intervención ha emocionado a la mayoría que le ha interrumpido varias veces para ovacionar sus palabras, para mostrar que reconocen que lo que está diciendo es verdad.

Después es el turno de la Agrupación Musical Solvay que interpreta primero Mineros y cierra con Santa Bárbara bendita. El público en pie, puño en alto, canta con ellos. Los ojos se me van entre esa gente y veo lágrimas cayendo de más de uno y una. El aplauso sentido, agradecido, cerrado y largo es cruzado, del público hacia la Agrupación y viceversa.

 



 

 
«Sin lucha la derrota está cantada»
La Nueva España, 12 de julio de 2012
Armando López Salinas analizó las huelgas de 1962 en una mesa redonda con el historiador Rubén Vega y el catedrático Benigno Delmiro

Gijón, J. M. C.

Por la izquierda, Rubén Vega, Armando López Salinas, Alejandro Gallo y Benigno Delmiro, durante la mesa redonda. [Foto: Ángel González]
Por la izquierda, Rubén Vega, Armando López Salinas, Alejandro Gallo y Benigno Delmiro, durante la mesa redonda.
[Foto: Ángel González]

Desde los ámbitos de la literatura, la historia y las vivencias personales abordaron ayer las huelgas de 1962, en la Carpa de Encuentros de la «Semana negra», Benigno Delmiro Coto, Rubén Vega García y Armando López Salinas, en una mesa redonda que moderó Alejandro Gallo, jefe de la Policía Local de Gijón y escritor.

Ante unas cuatrocientas personas que llenaban el recinto, entre ellas el senador socialista Vicente Álvarez Areces, ex presidente del Gobierno de Asturias y ex alcalde de Gijón, los cincuenta años transcurridos desde la primavera de 1962 -cuando en el pozo Nicolasa (Ablaña, Mieres) se desencadenó la protesta minera que luego se expandió por toda Asturias y España- sirvieron a los participantes en la mesa redonda para buscar paralelismos con la situación actual de la nación y las protestas de los mineros contra el recorte de subvenciones, que abocan al cierre del sector.

«Sin lucha la derrota está cantada», afirmó el escritor comunista Armando López Salinas (Madrid, 1925), que fue subdirector de «Mundo Obrero» y corresponsal en Madrid de la emisora clandestina Radio España Independiente («Radio Pirenaica»), desde la que informó de las huelgas de 1962.

Desde el punto de vista de la historia de la literatura, Benigno Delmiro, que es catedrático de Educación Secundaria, destacó que desde hace un siglo y medio la actividad en las minas dio lugar a la que denominó «literatura minera española», que, a la postre, afirmó, «será el pozu que no cerrará nunca».

Citó el catedrático de El Entrego una lista de obras y autores que forman parte de esa literatura minera, comenzando por Dolores Medio y su novela «Celda común», relatos que «dan cuenta de la realidad social y que en cada país forman su peculiar mitología».

Según Benigno Delmiro dos son los grandes temas de la literatura minera: el accidente y la huelga, entendida esta última como el «estallido social» y con una «dimensión ética y trágica».

Una vista de la Carpa de Encuentros durante el acto. En primer término, la ex edil del Ayuntamiento de Gijón Dulce Gallego Canteli. [Foto: Ángel González]
Una vista de la Carpa de Encuentros durante el acto. En primer término, la ex edil del Ayuntamiento de Gijón Dulce Gallego Canteli. [Foto: Ángel González]

Por su parte, el historiador gijonés y profesor de la Universidad de Oviedo Rubén Vega subrayó que la de 1962 «fue mucho más que una huelga», ya que la protesta obrera «afectó al régimen (franquista) en sus mismos cimientos y a su principio de autoridad».

De hecho, el historiador, que es coautor de «Las huelgas de 1962 en Asturias», una de las principales obras que analizan aquellos episodios, destacó que la protesta iniciada por los mineros del Nicolasa llevaron en las esferas del poder del franquismo a debatir conceder «el derecho limitado de huelga», que finalmente no se llevó a efecto.

La otra dimensión que destacó el historiador tiene que ver con «la negociación», es decir, un ministro de Franco, José Solís Ruiz, «viene a Asturias y se sienta a negociar con los mineros, con comisiones de mineros», al margen del sindicalismo oficial, y mientras aún permanecen en huelga, en un Consejo de Ministros se aceptan las condiciones de los mineros, también resaltó Rubén Vega.

Asimismo, el conflicto «afectó a las relaciones del régimen con la Iglesia», ya que «hubo curas que se pronunciaron abiertamente a favor de los mineros» y a las «relaciones internacionales» de España, con manifestaciones de apoyo a los mineros en muchas partes del mundo, incluso en Sidney (Australia).

Finalmente, Armando López Salinas recordó la solidaridad «de los estudiantes» con los huelguistas, por lo que «pagaron un alto precio; hubo cientos de detenidos». Y también recordó que los tribunales de orden público y de represión de la masonería y el comunismo sirvieron al franquismo para ejercer «una represión brutal», valiéndose de lo que el escritor madrileño, nacido en 1925, definió como «mugre jurídica».

López Salinas, que fue uno de los impulsores del llamado «Manifiesto de los cien», firmado por intelectuales en favor de los mineros asturianos, volvió a la actualidad para afirmar que la actual «no es nuestra crisis» y que «hace falta que la gente trabajadora se dé cuenta de que lo que no se defiende en la calle no se gana en ninguna mesa de negociación». Y el viejo republicano se preguntó en voz alta: «¿Para cuándo un nuevo Pacto de San Sebastián; para cuándo la Tercera República?».

 



 

 
Etiqueta oculta
A Quemarropa, 12 de julio de 2012

Gijón, Pablo Batalla

La Agrupación Solvay canta Santa Bárbara bendita.
La Agrupación Solvay canta Santa Bárbara bendita.

Exactamente cincuenta años después —las redondeces de la Historia son tan pasmosas a veces— la lucha es exactamente la misma. Cuando el que lo asegura con el vozarrón quebrado y la retórica florida de otro tiempo — "mugre jurídica", "escuadristas del fascio"—, es Armando López Salinas, uno de los héroes, de los puñeteros héroes, gracias a cuyo valor Asturias se convirtió por algún tiempo en la luz del candil que iluminaba las tenebrosas galerías del fascismo, de España y del mundo entero, la apreciación de que nada o casi nada ha cambiado adquiere consistencia de verdad irrefutable. ¿De qué pasta estaba hecha esta gente?, se preguntaba anteayer Alejandro Gallo cuando reparaba en que Hitler llegó al poder en unas elecciones, de que Mussolini lo hizo en una marcha rápida sobre Roma, de que Francia cayó en cincuenta y cuatro días y de que, en cambio, los adalides de la libertad española resistieron durante tres años el empuje de cuatro ejércitos —el español, el alemán, el italiano y el portugués— y aún conservaron fuerzas para continuar la lucha en el maquis o en las Resistencias de naciones que no eran la suya, pero de libertades que sí lo eran, porque eran las de toda la humanidad. No existe respuesta segura para este misterio que contradice todos los cánones de la ley del esfuerzo decreciente, pero Benigno Delmiro (rebautizado por el Mori como Benigno del Nido) propuso una que a partir de ahora haré la mía: que los mineros son hombres —y mujeres, muchas mujeres— avezados a una lucha vital sin cuartel con y contra los cuatro elementos: como y contra la piedra, que es el símbolo de lo irrompible y de lo imperecedero; como y contra el fuego y como y contra el agua, símbolos de lo destructivo pero también de la fuerza de la regeneración y de la vida; y como y contra el gas, símbolo de lo traicionero pero también de lo escurridizo.

"Como ayer contigo fui, hoy contigo también voy, que no sería lo que soy si no te siguiera a ti." Lo escribió Rafael Alberti y lo recordó Armando López Salinas. Este país es cuanto es de bueno por haber seguido durante cierto tiempo el compás marcado por estos abanderados de la democracia, y este país es cuanto es de malo, de cutre, de absurdo, de lamentable, de vergonzoso, de casposo, de maloliente, de imbécil, de profundamente imbécil, de condenadamente imbécil y de tozudamente imbécil por haber dejado de seguirlos. Por haberle cedido el control de las riendas a cocheros borrachos, que es algo de cuyo peligro ya advirtió Antonio Machado en 1915. Tal vez la causa fundamental, o una de las causas fundamentales, de nuestros males sea no leer a Machado, o preferir, en el stand de La Cruz de Grado, Historia de cinco goles. El mundial de ‘El Guaje’ al interesantísimo Los vigilantes silenciosos. Las construcciones de la Guerra Civil en Asturias (con todos mis respetos para ‘El Guaje’)

¿Por qué conmemoramos la Güelgona de 1962 cincuenta años después?, podría preguntarse alguien. "Digamos como entonces que la gente trabajadora no existe para sacar las castañas al fuego de la patronal, que ésta no es nuestra crisis aunque la estemos pagando, que ni el pan, ni el trabajo, ni la libertad es algo que regalan los que tienen la sartén por el mango y que hay que defenderlo todos los días como los mineros asturianos del 62", brama López Salinas, y lo brama bramando "Digamos como entonces" como primera propuesta. Cuando un entonces dictatorial es tan fácilmente intercambiable por un hoy democrático, las conmemoraciones de lo pasado dejan de serlo y se convierten en actualísimas reivindicaciones de porvenir ("Te llaman porvenir porque no vienes nunca", diría Ángel González). ¿Por qué conmemoramos la Güelgona de 1962?, se autopregunta Rubén Vega. Porque fue una huelga de obreros que afectó al régimen en sus mismos cimientos, a su principio de autoridad, a su pretensión de haber anulado la lucha de clases, se autorresponde, enfatizando especialmente el "pretensión de haber anulado la lucha de clases" como para subrayar la equivalencia con estos tiempos de falsa paz social que corren. "...porque el mundo camina con el paso implacable de gente tal vosotros, que creen en la vida y que por eso mueven el mundo sin pegar un tiro mientras sea posible o bien pegándolo", añade José Agustín Goytisolo desde el Parnaso. Porque la historia no se repite, pero rima, que decía Mark Twain, y porque los versos de Alberti, de Pedro Garfias, de Miguel Hernández, siguen rimando consonantemente con los titulares asesinos de los periódicos de hoy. Porque la porra de los sicarios de Rajoy es la porra de los sicarios del general Eymar, y las cabezas crujen y sangran exactamente igual al ser aporreadas a como lo hacían en ese inconcluso y eterno 1962, y los hombres lloran igual que entonces cuando se los asfixia, y las mujeres lloran igual que entonces cuando se las asfixia, y la sangre de los niños sigue corriendo simplemente, como sangre de niños (Neruda, siempre Neruda), cuando se la hace manar a golpe de pelota de goma.

La Güelgona es un ejemplo imprescindible, y la Semana Negra de Gijón está para colocarle altavoces en la boca a los ejemplos imprescindibles, y para vociferar con López Salinas que es el momento de un nuevo pacto de San Sebastián y de una nueva República, y que a pesar de los errores, de las derrotas, de los certificados de defunción expedidos por las factorías del todo a cien del sistema, seguimos estando vivos y seguimos teniendo para rato. Ser okupas de un solar como los astilleros de Naval Gijón conlleva una serie de exigencias.

Me gusta empezar aplausos, y ayer tuve la ocasión de empezar muchos.

Me gusta levantar el puño —lo hago cada vez menos— y sentir cómo se me eriza el vello al entonar ciertos himnos. Ayer me pasó con el Santa Bárbara bendita cantado por la Agrupación Musical Solvay.

Me gusta que me firmen libros. Guardaré como un tesoro la dedicatoria de Armando López Salinas en la obra de Rubén Vega Las huelgas de 1962 en Asturias, que pueden y deben adquirir, si no tuvieron ocasión de hacerlo ayer, en el stand de Ediciones Trea.

Aposté a que el inefable concejal de Cultura de esta ciudad no tendría los redaños suficientes para acudir a la Carpa del Encuentro a recibir a toda una Premio Cervantes y académica de la Lengua como Doña Ana María Matute. Gané. Siempre que coloco mis fichas en la casilla de la falta de profesionalidad de ese tipo gano. A lo mejor sigue coxu desde el pasado Antroxu (lo cantaba en "Matador"), pero eso no nos sirve como excusa. Doña Ana María Matute vino en silla de ruedas.

Al día siguiente de ser publicados, los periódicos sólo valen para envolver periquitos muertos, dice Nacho Escolar. Ojalá que eso no suceda con este periódico. Ojalá no se muera ningún periquito y no haya ningún periquito que envolver en esta XXV Semana Negra. Ojalá estas palabras insuficientes de este escritor insuficiente, animándoles a seguir volando, soñando, luchando, no tengan una vida tan corta como la de un periódico al uso o como la de un periquito. Y si los que vengan detrás no organizan una sociedad más justa y unos poderes más honrados, la culpa no será suya sino vuestra. Vuestra, porque en la hora de hacer habréis sido cobardes o piadosos. Esto último lo dijo Alejandro Lerroux cuando todavía molaba.

 



 

 
La Semana Negra de Gijón recuerda la huelga del 62 y homenajea a los mineros
Mundo Obrero, 16 de julio de 2012
Más de 400 personas se dieron cita en la Carpa de Encuentros de la 25 edición de la Semana Negra

David Santirso Ruiz, Borja Pérez Álvarez

La Semana Negra de Gijón recuerda la huelga del 62 y homenajea a los mineros

En el año que conmemora el 50 aniversario de las huelgas mineras de 1962, la minería y el conflicto subyacente, vuelven a saltar a la palestra. El mismo día que miles de personas apoyaban la minería y protestaban contra los últimos recortes antisociales del gobierno del Partido Popular en Madrid, mientras sufrían las duras represalias y golpizas de la policía por expresar de manera legítima su rechazo a tal atentado contra la dignidad de las personas, en Gijón, en la Semana Negra, se organizaba un acto en recuerdo y conmemoración de las huelgas mineras que pusieron en jaque a la dictadura franquista y que se convirtió, de paso, en un apoyo más a la situación de los mineros.

Ante más de 400 personas, fueron tomando la palabra el escritor de novela negra Alejandro Gallo, el Catedrático de Literatura Benigno Delmiro, el Profesor de historia contemporánea de la Universidad de Oviedo Rubén Vega y el histórico miembro del PCE Armando López Salinas, que fuera subdirector de Mundo Obrero y corresponsal en Madrid de Radio España Independiente.

Delmiro realizó un análisis sobre la función e importancia de la literatura minera española, inserta dentro de las múltiples formas en las que se expone la literatura social. Para él, la minería, desde hace 50 años y aun hoy en día, sigue siendo uno de los grandes "pozos" de donde bebe este género narrativo, que "no se cerrará nunca". En cuanto a las citas y referencias, hizo hincapié en determinados autores como el propio Alejandro Gallo, con su novela Una mina llamada infierno, que retrata la situación de las minas leonesas, Dolores Medio con Celda común, que glosa una manifestación de intelectuales y artista en la Puerta del Sol de Madrid en 1962, en apoyo a las demandas mineras o Jorge Reverte con La furia y el silencio. Asturias, primavera de 1962, que trata las causas y consecuencias que dieron lugar a las huelgas mineras asturianas en tal año. También mencionó la implicación del cine y su papel a la hora de reflejar la lucha minera, como el cortometraje que ilustra el papel de las mujeres en las huelgas del 62, "A golpe de tacón".

Rubén Vega centró su intervención en el por qué 50 años después, se conmemoran tales huelgas. "Fue más que una huelga, fue primero de mineros, empezando en el Pozo Nicolasa y luego de todos los obreros" afirmó. "Las huelgas afectarían al Régimen franquista en un gran número de aspectos; el mero hecho de que a partir de 1963 se realizasen estadísticas de huelgas, cuando estaban prohibidas por la dictadura, implicaba que debían convivir con ellas" apostilló antes de enumerar los logros de la misma. La huelga hizo tambalear parte de la relación entre el Régimen y la Iglesia, debido a la aparición de curas de base que ayudaban y se solidarizaban con los mineros. Afectaría también a la posición de España en el marco internacional, una posición olvidada durante mucho tiempo y que hizo que, justo cuando se pidió por primera vez la entrada del país en el mercado común, éste se paralizase. También implementaría el apoyo internacional, donde emigrados, brigadistas e intelectuales de todo el mundo, desde Estados Unidos a Australia, comenzarían a manifestarse de nuevo y sin miedo en apoyo a la huelga y contra la dictadura.

Por su parte, el histórico militante comunista Armando López Salinas, centró su intervención desde la vivencia personal del conflicto. "¿De quién depende la opresión? De nosotros ¿Y de que se acabe? De nosotros también". Recordando algunas de las retransmisiones de Radio España Independiente, Salinas recordaba alguna de las cuñas emitidas "Asturias patria querida, hay una lumbre que se mantiene…" Según él, las huelgas mineras del 62, fueron un hito en las huelgas, el movimiento obrero español y el movimiento de oposición al Régimen, abriendo una vía de protesta que ya no tendrían vuelta atrás, coincidiendo con la opinión de los dos ponentes anteriores. "Los obreros rompieron el techo impuesto por Franco a pesar de su fuerza con apoyo de intelectuales como ahora, aparecieron nuevas organizaciones fuera del Sindicato Vertical, aun siendo ilegales; el movimiento estudiantil acrecentó su importancia en las universidades pese a la represión estatal o a la permanencia aun por entonces del siniestro Tribunal contra el Comunismo y la Masonería, que solo sería sustituido en 1963, tras la muerte del camarada Julian Grimau, miembro del Comité Central del Partido, junto con el que tuve el honor de trabajar", dijo en una breve síntesis sobre como la situación del movimiento obrero español y de oposición al Régimen, cambió gracias a la huelga.

En cuanto a la situación actual, expuso que "En la España de los más de 5 millones de parados, de desahucios masivos, congelación de las pensiones y recortes en las prestaciones sociales, los patronos quieren que los trabajadores trabajen codo con codo con ellos, pero lo que no se defiende en la calle y en el puesto de trabajo, no se puede defender en una mesa de negociación. Ellos son el exponente de la dictadura capitalista y corrupta establecida en este país, desde el Tribunal Supremo, hasta en la administración pública como en el caso de Valencia, pasando por la Familia Real y la patética figura del Rey en un Consejo de Ministros". ¿Para cuando un nuevo pacto de San Sebastián? ¿Para cuándo la III República?

A modo de cierre se refirió a los indignados y a los movimientos sociales: "tanto hoy como el otro día participé en marchas de indignados en Madrid y Gijón donde se gritaba: "¡Esto no es una crisis, es el sistema!" En ese momento recordé las palabras de Alberti: "Un fantasma recorre Europa, el mundo. Nosotros le llamamos camarada." Por mucho que les pese a los ideólogos neoliberales, seguimos estando unidos para rato y por eso digo: proletarios del mundo uníos, indignados del mundo uníos, somos lo mismo y si no nos unimos, la lucha está cantada"

Finalmente y tras largos aplausos, los ponentes dieron paso a la Agrupación musical Solvay, quienes agradecieron a los asistentes su apoyo a los mineros y a las cuencas, para posteriormente entonar "Los Mineros" y "Santa Bárbara Bendita" acompañados por todos los presentes.