otras actividades »

presentación biografía
Compromiso inquebrantable:
Carmen Garrido González, una vida de lucha
  » Presentaciones

 

 
PRENSA
 
» «Filosóficamente cristiana, económicamente marxista»: la vida de Carmen Garrido González
Nuestra Historia Nº6, 2018
» Carmen Garrido: "Queda camino para acabar con la mentalidad patriarcal"
La Nueva España, 23.10.2018
» La vida de lucha de Carmina Garrido
El Comercio, 19.09.2018
» "Echo de menos en los sindicalistas de ahora el cara a cara diario con los trabajadores"
La Nueva España, 19.09.2018


 
«Filosóficamente cristiana, económicamente marxista»: la vida de Carmen Garrido González
Nuestra Historia Nº6, 2018

Enrique Antuña Gancedo, Universidad de Oviedo (autor de Compromiso inquebrantable: Carmen Garrido González, una vida de lucha, Oviedo, KRK, 2018)

Carmen Garrido, en una fotografía reciente [Foto: archivo personal de Carmen Garrido González]
Carmen Garrido, en una fotografía reciente [Foto: archivo personal de Carmen Garrido González]

La de Carmen Garrido González es una historia de contrastes, y a la vez con unos hilos conductores muy claros que la hacen acreedora de unas páginas en la Historia con mayúscula. Efectivamente, la humildad y el desprendimiento personal que han acompañado durante décadas a Carmina Garrido —como la conocen casi todos aquellos con quienes ha compartido de un modo u otro su trayectoria—, y continúan vertebrando una actividad reivindicativa que se niega a alterar su ritmo, empapan su trayectoria vital para fundirla con la de los acontecimientos que le tocó —o se empeñó en que le tocara— vivir. Carmina suele decir que, como todos, es «hija de su época», y teniendo eso en mente no se puede evitar dar cierto aire poético a su nacimiento en el año 1934, a escasos quince días del desencadenamiento de la revolución en Asturias, por más que su Folgueras natal, un pequeño pueblo en el concejo occidental de Pravia, quedase a resguardo de aquellos hechos.

Lo cierto es que la época aplicó su doctrina hasta donde pudo, porque ya desde bien pronto la vida de Carmina estuvo marcada por ciertas singularidades. La infancia en Folgueras no transgredió demasiado las directrices vitales impuestas en general por la Asturias rural de los años treinta y primeros cuarenta, pero eso pronto cambió cuando, fallecido el cabeza de familia, la madre y la tía de Carmina se aplicaron en conseguir que todos los hermanos, independientemente de su sexo y orden de llegada, tuviesen la oportunidad de granjearse un futuro con la capacidad y esfuerzo de cada uno como único condicionante. En efecto, no era muy propio de los tiempos que una niña de familia campesina con un hermano mayor y varón tuviese la oportunidad de cursar estudios superiores. Y, sin embargo, gracias a grandes sacrificios familiares, los años centrales de la década de los cuarenta encontraron a Carmina, apenas asomada a la adolescencia, preparándose para incorporarse a la Escuela Superior de Comercio de Madrid. Un Madrid de claroscuros, en el que una se topaba un día con una concentración en demostración de adhesión a Franco en la Plaza de Oriente y, al siguiente, con que no dejaban subir al aula el primer día de clase porque había huelga.

La convergencia del contexto y de ese compromiso familiar con la educación serían los que terminarían llevando a Carmina, tras un traslado a Oviedo y una serie de primeros pasos laborales en una pequeña droguería, dando clases particulares a un puñado de niños y en los conocidos Almacenes Galán, a preparar unas oposiciones vistas como una de las mejores oportunidades para asegurar el futuro. Tras una primera experiencia fallida, Carmina tuvo la posibilidad de elegir entre incorporarse a Telefónica o a la empresa que acogería el resto de su vida laboral y su fogueado en la actividad sindical, la Empresa Nacional Siderúrgica, Sociedad Anónima, ENSIDESA, que se había instalado junto a la hasta entonces apacible villa de Avilés para hacerle saltar todas las costuras.

Así, cerca de tocar los cincuenta a su fin, Carmina pasó a formar parte de uno de los más ambiciosos proyectos del Instituto Nacional de Industria, que sería buque insignia de la política industrial del Estado franquista. Como efecto secundario de su misión de proveer al país del acero necesario para garantizar su expansión productiva, ENSIDESA multiplicó la población de Avilés con gentes atraídas desde todos los rincones de Asturias y buena parte de los del resto del país, e incluso de más allá. Se creó de esta manera un auténtico universo social al principio hegemonizado por el desarraigo y la precariedad vividos por millares de trabajadores que por el momento carecían de la estabilidad laboral y económica suficiente como para asentarse y traer con ellos a sus familias o formarlas en su nuevo entorno. Llegada en plena vorágine a un Avilés que se aproximaba a los 50.000 habitantes con que casi contaría en 1960 —sobrepasando apenas los 20.000 tan solo una década antes—, Carmina entró en contacto con una realidad que no la dejó indiferente, y que la acercó a personas que buscaban transformarla mediante una acción apoyada sobre presupuestos espirituales.

En este punto, la vida de Carmina se entrelaza decidida y decisivamente con la de unos movimientos católicos cuya importancia en la concienciación y curtido organizativo de futuros miembros de las principales estructuras políticas y sindicales antifranquistas de los años posteriores es imposible de desdeñar. Se suele recordar, de entre estas especializaciones, ante todo a la HOAC —Hermandad Obrera de Acción Católica—o a la JOC —Juventud Obrera Cristiana— Nuestra biografiada, quizá por tomarle una vez más el pelo a la norma, porque de hecho hoy en día no tiene demasiado claro el motivo, se unió a la mucho menos conocida HC, Juventud Independiente Católica. En este contexto trabó relación con personas que llegarían a ser amistades cercanas y referentes en la adquisición de conciencia social y experiencia en su traslado a la praxis, como fue el caso del sacerdote losé Luis Argüelles o de Francisco Medina Gestoso, verdadero eje de articulación del cristianismo de Carmina con el movimiento obrero.

Carmen Garrido, en una reunión sindical de los organismos unitarios de ENSIDESA a final de la decada de 1970 [Foto: Archivo personal de Carmen Garrido González]
Carmen Garrido, en una reunión sindical de los organismos unitarios de ENSIDESA a final de la decada de 1970
[Foto: Archivo personal de Carmen Garrido González]

Dentro de ENSIDESA, Carmina se incorporó pronto a una lucha cruenta y con varios frentes, la de mejorar las condiciones laborales de los trabajadores. Entre esos frentes se encontraba el género, estando las mujeres empleadas en la factoría en unas condiciones de proporcionalidad poco favorables con respecto a los hombres, y circunscritas sus posibilidades de promoción a los estrechos márgenes de una serie muy limitada de puestos subalternos. La salubridad, en una fábrica cuyo proceso productivo incluía algunas fases especialmente peligrosas o nocivas para el ambiente, también dio pie a algunas de las luchas más duras y, a la postre, satisfactorias. En cuanto a la crudeza, vino dada ante todo por las dos grandes resistencias a enfrentar. La primera de ellas la ofrecía la dirección, cuyas inclinaciones se pueden deducir fácilmente de la condición pública de la empresa, así como de su importancia estratégica para el régimen vigente, y que contaba con una densa red de agentes que cubría eficazmente los amplios dominios de ENSIDESA.

Mucho más dura, si no en términos operativos —que también—, sí en otros que podríamos considerar de orden moral o incluso sentimental, era la resistencia de los propios trabajadores. En una empresa en torno a la cual se articulaba uno de los ejemplos más acabados de paternalismo industrial en época franquista, la construcción de conciencia y solidaridad de clase absorbió, no siempre con resultados positivos, una parte muy importante de los esfuerzos de quienes iban forzando los cauces de representación ofrecidos por el sistema sindical oficial para socavar la fortaleza del Estado. Durante esos intensos años en liza, culminantes en su presencia dentro del jurado de empresa de ENSIDESA, Carmina hubo de asistir a grandes derrotas emanadas de la capacidad de la dirección para aprovechar su posición ventajosa y las fisuras en la unidad de la plantilla.

Fueron tiempos complicados, durante los cuales hubo que conciliar el trabajo con un compromiso enfrentado a circunstancias en ocasiones frustrantes, así como con la voluntad, siempre presente en Carmina, de desarrollar una formación continua que permitiera progresar laboralmente y, sobre todo, contar con la capacidad de participar en las negociaciones sindicales en igualdad de condiciones con respecto a los representantes de la empresa. Con esos objetivos en mente se retornaron en Oviedo, ya iniciada la década de los setenta, los estudios comenzados en Madrid años atrás. Tiempos intensos, en los que el compromiso sociopolítico iba dando también frutos indeseados. Así un anónimo amenazante, en el que se insinuaban los posibles riesgos de mantener ciertas actitudes, o un somatén que compartió rutina diaria con nuestra biografiada durante algún tiempo. Carmina, en su línea, y por mucho que se le insista, pasa de puntillas por estos asuntos, no vaya a ser que se le quiera atribuir algún mérito por su labor durante aquellos años. La novela negra fue imposible por falta de material; no queda más remedio que conformarse con la biografía al uso.

En todo este tiempo, la evolución ideológica de Carmina, desde aquellas posiciones iniciales adscritas al cristianismo obrerista organizado hasta las que la acercaron al Partido Comunista y, sobre todo, a lo que terminaría siendo Comisiones Obreras, se produjo con una gran armonía. «Filosóficamente cristiana» y «económicamente marxista» continúa siendo su autodefinición ideológico-política. La afiliación a CCOO. no planteó problema alguno; era un paso lógico tras una larga identificación con la teoría y práctica de la organización sindical dentro de ENSIDESA. Más complejo resultó el acercamiento de Camina al gran referente organizado del antifranquismo, y es que el respeto que sentía por el PCE, por paradójico que pueda parecer a priori, dilató su ingreso en él. Para ella, no era posible comparar los padecimientos propios con el sacrificio con que los miembros del Partido que la rodeaban habían forjado dolorosamente su militancia. De poco servía que compañeros cercanos, algunos buenos amigos, insistieran en tratar de convencerla de lo útil que seria su valía para la organización.

Solo con la creación de Izquierda Unida y la integración en ella del Partido, ayudada por la prejubilación a principios de los noventa, permitió Camina que su dedicación sindical cediera algo de terreno a la política. En una nueva singladura, sus dos legislaturas como concejal por aquella formación en el Ayuntamiento de su Avilés de acogida le dieron la oportunidad de trasladar sus inquietudes y compromiso a nuevos ámbitos, fuera del recinto fabril que los había acogido hasta entonces. Carmina estuvo presente, en primera línea de batalla, en las actividades políticas y movilizaciones populares en tomo a la reforma del viejo Hospital de Caridad, así como del colegio de enseñan. especial San Cristóbal, los cuales mostraban unas deficiencias estructurales que comprometían seriamente la calidad de los servicios que ofrecían y la dignidad de sus usuarios. Esa actividad se mantuvo sin descuidarse en el proceso la actitud vigilante, y crítica cuando se consideró preciso, con respecto a la evolución del partido.

Casi como si quisiera hacerse digno de la vida que narra, el libro biográfico sobre Carmina Garrido ha seguido un camino intrincado hasta su publicación. nivo que superar la imposibilidad de la historiadora encargada originalmente del proyecto, Claudia Cabrero Blanco, para rematarlo, tras las muchas horas de entrevista que son su fuente principal. Aquellos esfuerzos iniciales, junto con los que protagonizaron durante todo el proceso las entidades editoras, la Fundación Juan Muñiz Zapico de CCOO de Asturias, el Archivo de Fuentes Orales para la Historia Social de Asturias —AFOHSA— y el Club Popular de Cultura «Llames», permitieron que la propuesta no quedara en nada. Pero si hubo algo decisivo a la hora de conseguir que esta obra viera finalmente la luz ello fue, desde luego, la implicación de la propia Carmen, cosa que tampoco fue demasiado fácil conseguir. La desconfianza ante cualquier cosa que huela a homenaje personal sólo se pudo vencer convenciendo a la biografiada de que su historia era la de muchos más, y un capítulo fundamental en la de la lucha obrera de la Asturias de tiempos recientes.

 



 

 
Carmen Garrido: "Queda camino para acabar con la mentalidad patriarcal"
La Nueva España, 23 de octubre de 2018

La primera mujer sindicalista de Ensidesa relata su lucha: del cristianismo de base a CC OO y el PCE

J.L.A., Gijón

Por la derecha, Francisco Prado Alberdi, Carmen Garrido González y Enrique Antuña Gancedo, ayer. [Foto: Juan Plaza]
Por la derecha, Francisco Prado Alberdi, Carmen Garrido González y Enrique Antuña Gancedo, ayer. [Foto: Juan Plaza]

Con ochenta y cuatro años andados, nada parece ensombrecer el fervor y el entusiasmo que han hecho de ella una pionera del sindicalismo democrático español, entre otras luchas y propósitos que siguen conduciendo su vida hacia la entrega a las causas sociales. La praviana Carmen Garrido González (Folgueras, 1934) demostró ayer en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón que su aleación ideológica no cede al paso del tiempo. Y que sigue encontrando motivos para no tirar la toalla de las propias convicciones en la lavadora de la indiferencia, del absentismo: "Todavía nos queda mucho camino que recorrer debido a la mentalidad patriarcal de la sociedad".

Unas palabras que pronunció en la presentación del libro "Compromiso inquebrantable: Carmen Garrido González, una vida de lucha", firmado por Enrique Antuña Gancedo y editado por la Fundación Juan Muñiz Zapico. Uno de esos volúmenes que tratan de rescatar las vidas y las obras de gentes que no están en los manuales de historia, pero sin los que sería difícil explicar la reconciliación de los españoles y la misma actual democracia. Ellos abrieron el camino. Y lo dejaron expedito.

"Su vida y su lucha es ejemplo de una generación", señaló el veterano sindicalista Francisco Prado Alberdi, presidente de la Fundación Juan Muñiz Zapico. Sabe de lo que habla. Él, al igual que Carmina (así la llaman aquí y allá), transitaron un camino similar en el antifranquismo más combativo: desde el cristianismo de base hasta las primeras Comisiones Obreras y el PCE. Escuelas de "rebeldes". Jefa de contabilidad de la estatalizada Ensidesa, Garrido González llegó a ser jurado de empresa. Una de aquellas tácticas de entrismo de CC OO en el entonces "único" Sindicato Vertical. Una mujer entre siderúrgicos sindicalizados: hay pocos precedentes. Para Alberdi, el "elemento guía" de Carmina, que fue concejala en Avilés desde 1991 a 1999, fue el sueño de una sociedad "más libre, justa e igualitaria". No han perdido la pizca utópica. "La suya ha sido una vida dura y ejemplar", subrayó Antuña Gancedo. El autor recordó a la historiadora Claudia Cabrero, de quien tomó el testigo.

 



 

 
La vida de lucha de Carmina Garrido
El Comercio, 19 de septiembre de 2018

El historiador Enrique Antuña presenta una biografía de la histórica sindicalista
La Fundación Juan Muñiz Zapico publica este libro sobre la que fuera jefa de contabilidad en Ensidesa y concejala de IU en Avilés

C. del Río, Avilés

Carmina Garrido González firma un ejemplar de su biografía. [Foto: Marieta]
Carmina Garrido González firma un ejemplar de su biografía. [Foto: Marieta]

Todos los que ayer acudieron a la presentación del libro 'Compromiso inquebrantable: Carmen Garrido González, una vida de lucha' conocían la historia vital de la protagonista, y prácticamente todos lo que se dieron cita querían hacerle llegar principalmente su cariño y admiración. De lo primero se siente muy honrada, mientras que lo segundo lo encaja peor. «Estoy encantada con el trabajo de Enrique (Antuña Gancedo), pero considero que no me lo merezco. Hay personas con más méritos y con más lucha en el movimiento obrero», manifestó antes de protagonizar una presentación organizada por Comisiones Obreras en un Centro de Servicios Universitarios abarrotado.

La vida de Carmina, que fue jefa de contabilidad en Ensidesa, miembro de su comité de empresa y concejala de Izquierda Unida en Avilés entre 1991 y 1999, es la tercera biografía en la colección de historias de vida de la Fundación Juan Muñiz. Escrita por el historiador Enrique Antuña Gancedo y prologado por la eurodiputada avilesina Laura González, es un libro «muy interesante para entender la historia social reciente de Asturias por su trayectoria sindical, política y vital en general», en palabras de su autor. «Por una parte, condensa muy bien los puntos claves de esa historia social reciente de Asturias y, por otra, es supone una figura singular por esa trayectoria desde los movimientos sociales-cristianos hacia Comisiones Obreras y el Partido Comunista», añadió.

Antuña Gancedo se familiarizó con la historia de Carmina a través de la Fundación Juan Muñiz Zapico porque el proyecto lo empezó, en realidad, Claudia Cabrera. Antuña tomó el relevo y el resultado han sido más de doscientas páginas que «han captado perfectamente el ambiente histórico y socio-político que existía en Ensidesa», en opinión de la protagonista.

Él, que alaba de ella su compromiso y su humildad, agradece también su generosidad. «Seguro que todo esto la agobia porque ella intenta pasar lo más desapercibida posible. Si lo hace es porque realmente cree que sirve para algo, para un interés común. Por interés personal no hubiera habido manera de involucrarla en este proyecto», añadió.

 



 

 
"Echo de menos en los sindicalistas de ahora el cara a cara diario con los trabajadores"
La Nueva España, 19 de septiembre de 2018

CARMEN GARRIDO GONZÁLEZ | Histórica dirigente de Comisiones Obreras
"En el mundo administrativo de Ensidesa, que es al que yo pertenecía, fue difícil encontrar a una persona afín a mis ideas"

Saúl Fernández, Avilés

Enrique Antuña y Carmen Garrido sostienen la biografía de la veterana sindicalista, ayer, en el Centro de Servicios Universitarios.  [Foto: Mara Villamuza]
Enrique Antuña y Carmen Garrido sostienen la biografía de la veterana sindicalista, ayer, en el Centro de Servicios Universitarios. [Foto: Mara Villamuza]

Carmen Garrido González (Folgueras, Pravia, 1934) es memoria viva del sindicalismo de Comisiones Obreras (CC OO) en la comarca y en tanto que lo es participó ayer en la presentación de su biografía: "Compromiso inquebrantable: Carmen Garrido González. Una vida de lucha", un libro que firma Enrique Antuña Gancedo. El acto se celebró en el Centro de Servicios Universitarios. Mañana jueves repite, en esta ocasión en el Centro Sociocultural de Llaranes, a partir de las 19. 00 horas.

- ¿Cómo le sienta tener una biografía?

-Personalmente, no tenía interés en ninguna biografía mía, pero debido a todo la influencia que tuve desde el punto de vista histórico sí que sentí la necesidad de que la biografía saliera adelante.

- ¿Qué tal fue trabajar junto a Enrique Antuña Gancedo?

-Este muchacho es el que redacta la biografía mía. No puedo decir que esté enamorada de Enrique. Sí que lo estoy de su trabajo. No fue él quien me hizo las entrevistas -fue Claudia Cabrero-, una compañera historiadora. Antuña ha tenido que absorber lo que otra persona hizo para completar el libro con el contexto histórico. Y yo, ya le digo, estoy encantada de cómo ha salido.

- Aquí pone "Una vida en lucha". ¿Cuándo empezó?

-Prácticamente con mi llegada a Avilés. Procedo de los movimientos sociales de la iglesia: allí me abrieron la mente y me forjaron la voluntad. En la fábrica tuve la suerte de encontrarme con compañeros procedentes, en su mayor parte, del PCE. Ellos fueron los que me descubrieron la realidad del mundo obrero. Los movimientos de la iglesia tenían un lema: "A la formación, por la acción". No vale que me esté formando en cursillos y que tengan los problemas de la vida lejos.

- Será siempre de CC OO.

-Tengo lazos afectivos con el sindicato. Durante la dictadura, funcionó muy activamente en la fábrica, en Ensidesa. Recuerdo que mis compañeros llevaban en su casco entonces la insignia de Comisiones.

- ¿Le falta algo a la organización?

-Pienso que el nuestro es que mejor representa los intereses de los trabajadores, sin perjuicio de algunos errores que hay que subsanar: la participación.

- ¿Cómo ve a los sindicalistas de ahora?

-Echo de menos en los sindicalistas de ahora el contacto directo con los trabajadores el cara a cara.

- ¿Qué fue lo más difícil de la lucha?

-En el mundo administrativo de Ensidesa fue difícil encontrar a una persona afín a tus ideas. Proponer paradas generaba tensiones desagradables.