Prólogo de Marcelino Camacho
 
La vida de Juanín
          El inquieto «Loroño»
          A las cinco de la mañana
          Primera etapa sindical
          «Caciples», entre rejas
          El proceso 1.001
          Un año de libertad
          «Este coche te mata»
          El adiós de 20.000 personas

«Mi actitud seguirá siendo
combativa hasta la muerte,
perseverando en beneficio
de mi clase, de la clase
obrera.»

(Juanín, al día siguiente
de abandonar la prisión
de Carabanchel, 1-XII-75)
Juanín a través de sus escritos
          A los trabajadores de Asturias
          Entrevista en «Asturias Semanal»
          No al pacto social
          Fortalecernos
          Sobre la afiliación
          Conquistar la democracia

 
La vida de Juanín
Primera etapa sindical

Llegan las elecciones sindicales de 1963. En Asturias la abstención continúa siendo bastante alta -en fábrica de Mieres, de 2.000 trabajadores, sólo votaron 15-. Ello no impide que en algunas empresas como Talleres Aguinaco, los trabajadores voten a los representantes que consideran más idóneos, y Juanín sale elegido enlace sindical y vocal Jurado de la Empresa, por la categoría de los no cualificados, que le votan masivamente.

A partir de entonces, las cosas variarán sustancialmente en Talles Aguinaco. Artemio García, a la sazón compañero suyo de trabajo, lo cuenta así:

«El Jurado de Empresa convocaba reuniones periódicas de todos los trabajadores, donde se informaba sobre la marcha de cualquier negociación. Esta forma de llevar las cosas tenía por fuerza que dar sus frutos, y así fue como, en un plazo muy breve, nos convertimos en el taller que mejores condiciones de trabajo tenía en todo Mieres. Recuerdo que un aprendiz ganaba en aquella época alrededor de 7.000 pesetas por una jornada continua de trabajo de 7 horas y 45 minutos, amén de disfrutar todas las fiestas recuperables y los puentes que hubiese en el año. Mientras tanto, un grupo de aprendices nos íbamos formando alrededor de Juanín; seríamos aproximadamente unos quince sobre los que él poseía alguna influencia. Tenía una especial característica para mantenernos interesados sobre esta o aquella cuestión. A unos les hablaba de fútbol, a otros de chicas, a otros de arte, poesía, cine, etcétera.»

Esta etapa sindical le permitió conocer muy de cerca el sindicato vertical y sus jerarcas. Participa activamente en conjugar los esfuerzos de los metalúrgicos con otros sectores de la producción, contra el desmantelamiento industrial y los intentos del Régimen de sumergir a la región asturiana en el subdesarrollo económico en beneficio del capital privado primero y del capital monopolista de Estado, después. Al mismo tiempo se avanza en la organización independiente y de clase de los trabajadores.

Vienen, luego, tiempos de intensa actividad sindical. Son los años 64, 65 y 66. Aquellos primeros tanteos reivindicativos de finales de los años 50 y principios del 60 exigiendo prendas de seguridad o aseos, quedan atrás, son ya historia; ahora la lucha se amplía y cobra consistencia merced al avance logrado en el 62.

Comisiones Obreras ya han adquirido entonces cierto predicamento, y Juanín, integrado en ellas en 1964 -fecha asimismo de su ingreso en el Partido Comunista- trabaja como ayudante de trazador metalúrgico en el taller de calderería de su empresa.

En 1966 se celebran de nuevo elecciones sindicales. Si en las del 63 la tónica general fue de abstención, en las del 66 se opta por la participación. Acceden a cargos sindicales numerosos jóvenes dispuestos a plantear batalla y se renuevan cuadros. Es ya otra mentalidad, otra generación la que aparece en estas elecciones, que marca la consolidación definitiva de Comisiones Obreras. Juanín es reelegido, y ese mismo año participa en una reunión de 470 vocales de Jurados de Empresa, celebrada en los pasillos de la Casa Sindical de Mieres, donde, ante la negativa del permiso correspondiente para celebrar la asamblea, se había entrado por la fuerza. Aumentaba de día en día la presión reivindicativa de los trabajadores y el estallido no tarda en producirse.

Efectivamente, el salto organizativo registrado en Asturias al calor de las continuas acciones, permite realizar la jornada del primero de febrero de 1967, en la que intervienen la mayoría de los mineros, metalúrgicos y otros sectores. Esta jornada, que iba en contra del desmantelamiento industrial de las cuencas mineras, había sido discutida en una asamblea de seiscientos trabajadores -la mayoría cargos sindicales-, celebrada en la Casa Sindical de Mieres. Juanín, como otros muchos, es multado gubernamentalmente por su participación en dicha jornada.

Por entonces, las reuniones ya eran lo bastante frecuentes como para verse obligado a inventar historias que justificasen su ausencia de casa. Una vez dijo que la empresa le había enviado a Barcelona para realizar un trabajo, cuando en realidad había asistido en Francia a una reunión del Partido Comunista de España.

En otra ocasión, abandonó en Oviedo la boda de un primo suyo, pretextando que se aburría y que iba al cine, cuando la verdad es que fue a una reunión.

Al mes siguiente de esta boda, concretamente el 1 de octubre de 1967, se realiza una huelga de media hora en Talleres Aguinaco, en apoyo de las reivindicaciones planteadas por la comisión deliberadora del convenio, de la que formaba parte Juanín. Por ello es despedido al día siguiente, junto con otros cuatro compañeros del Jurado de Empresa, y posteriormente es suspendido de sus cargos sindicales.

Tras imponérsele una nueva multa gubernativa, participa en la elaboración del escrito que, con nombre y apellidos, convocaba a la «jornada de lucha» del 27 de octubre. Al día siguiente es detenido junto con Alberto «el de Loredo», Higinio «el Quemau» y Casucu, siendo acusados más tarde de asociación ilícita y propaganda ilegal. Pasa cuarenta y cinco días en la cárcel de Pola de Lena y sale en libertad bajo fianza de quince mil pesetas. El juicio no se celebrará hasta ocho meses más tarde, y durante ese tiempo de libertad provisional trabajará en un pequeño taller.

Son tiempos duros y difíciles, tanto en el plano laboral como en el sindical. En el primero, la provisionalidad del trabajo le impide afianzarse en el mismo; en el segundo, la sentencia de noviembre de ese año del Tribunal Supremo, declarando ilegales las Comisiones Obreras, obliga a un replanteamiento de la táctica seguida hasta entonces, que se traduce en un repliegue. Cuando por fin se celebra el juicio, la petición del fiscal, sin duda influida por la reciente sentencia del Supremo, se eleva a cuatro años, si bien finalmente se le imponen sólo dos, que cumple en las cárceles de Oviedo, Jaén y Segovia.

En el resurgir que se produce en 1968, tras la detención de los elementos clave de Comisiones Obreras y la represión subsiguiente al 67, aparece ya Juanín como una figura fundamental del movimiento obrero en Asturias. Su nombre ha saltado al ámbito de la empresa, e incluso de Mieres, para convertirse en un nuevo valor a quien pronto se le confían tareas importantes a pesar de su juventud.

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