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28.10.2004 La Nueva España
Especialistas denuncian el olvido del 34 por parte de «la izquierda institucional»
 
Ojeda, Erice y De Blas debatieron sobre el octubre asturiano en la Cultural Gijonesa
 
J. C. G.
 
Ninguna aportación sustancialmente nueva a propósito del 70.º aniversario de la Revolución de Octubre de 1934, pero sí dos críticas frontales relacionadas con la efeméride: una contra la izquierda institucional asturiana; otra contra el «revisionismo anacrónico» de la derecha, o incluso la «extrema derecha».
 
En estos términos puede resumirse la mesa redonda que anoche organizó la Sociedad Cultural Gijonesa acerca del octubre asturiano, y en la que participaron los que el moderador del acto, el historiador Rubén Vega, presentó como «herederos actuales» de las tendencias políticas que protagonizaron la movilización: Germán Ojeda y Francisco Erice, también historiadores, y el escritor Juan Antonio de Blas
 
El escaso público fue la primera referencia a la que aludieron tanto el presentador como Germán Ojeda, quien ejemplificó en la baja asistencia al acto el «nulo impacto social, político, académico o universitario» que ha tenido el aniversario. Pero para Ojeda la principal falta de sensibilidad corresponde a «la Asturias oficial del PSOE e IU, que ha olvidado al 34, y a sus protagonistas». El profesor de Historia Económica y destacado militante socialista diagnosticó que «Asturias se ha quedado sin memoria institucional de izquierdas» frente, por ejemplo, a los homenajes a Companys por parte de las instituciones catalanas.
 
Pero también frente a la «manipulación» de la que el 34 está siendo objeto, según destacaron todos los ponentes, por parte de autores como «Pío Moa o César Vidal». Al primero aludieron todos los intervinientes; bien como reo del «presentismo más ramplón, que saca Octubre de su contexto» (Ojeda); bien como «canalla al servicio de la extrema derecha» (De Blas), bien como inductores de «una visión anacrónica lanzada por la extrema derecha aprovechándose de una cierta conciencia social sobre los valores intrínsecos de la democracia parlamentaria» (Erice). Por cierto, que De Blas también arremetió contra el «cinismo, oportunismo y desvergüenza» de la reivindicación de Companys, a su vez «un oportunista».
 
Respecto a las causas de la insurrección y su fracaso, los ponentes coincidieron en señalar que su estallido no se explica en términos de mera crisis económica ni de colapso de las instituciones del Estado, como en otros casos internacionales. También resaltaron el hecho aparentemente paradójico de que la revolución prendiese con mayor virulencia -y éxito relativo- en una región donde los dirigentes sindicales y políticos eran relativamente moderados y reformistas. O el carácter de «chapuza» organizativa (Erice y De Blas) y la debilidad militar (De Blas) del levantamiento. Para éste, por cierto, el factor decisivo de la derrota fue el «uso indiscriminado de la aviación y los bombardeos» por parte de «una república absolutamente burguesa y reaccionaria».
 
El acuerdo acerca de la motivación «política e ideológica» de la Revolución de Octubre fue total entre los tres ponentes. Tal como sintetizó Francisco Erice, el 34 asturiano fue un ejercicio de «voluntarismo revolucionario» en aras de un «alto grado de radicalización política» que persiguió tres objetivos «no necesariamente contradictorios»: la defensa de una república que se interpretaba como revolucionaria; la lucha antifascista y la revolución social.
 
 
   
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